TERRÍCOLA UNO: "El terrícola insatisfecho"
“El buceador siempre lucha contra su insatisfacción vital, por eso no se conforma nunca con flotar manteniendo la cabeza en el exterior, y se atreve en cualquier momento a meterla debajo del agua, y explorar otros mundos diferentes a los convencionales, aunque también es consciente de que corre el riesgo de ahogarse, pero siempre prefiere descubrir lo que hay en el fondo marino que quedarse en la ya conocida y cansina quietud de la superficie”
Introducción
(Parte 1)
Soy un ser humano, uno más de tantos millones que habitan en el extraño Planeta Tierra, un lugar en el que, sin duda, me siento a veces tan atrapado y falto de aire, que me pregunto si es posible vivir otra vida en cualquier otro planeta del Universo más o menos conocido, o incluso de otras Galaxias, de las que ni tan siquiera los científicos más prestigiosos tienen la certeza absoluta de su existencia.
Mi nacionalidad no importa, pues me considero ciudadano del mundo, nada más y nada menos.
Se podría decir que soy una especie de Terrícola Apátrida (una definición que encaja, eso creo, con mi forma de ver este viaje alucinante que es la vida humana), al menos espiritualmente hablando, además de INSATISFECHO, y esto lo pongo con letras mayúsculas, para dejar absoluta constancia de ello. Y no por eso me considero, un individuo diferente (raro, quizá) a la gran mayoría de habitantes terrestres, ni mucho menos, pues estoy seguro de que, como yo, hay millones de personas que están hasta las mismísimas narices de ver cómo la existencia humana se ha convertido en algo que muchas veces, y por múltiples razones (muchas de ellas, inexplicables para una mente normal) resulta ciertamente insoportable, y que, por supuesto, es todo lo contrario a lo que debería de ser .
Aunque de manera incesante (a veces, incluso agresiva), los autoproclamados predicadores de la verdad, esos falsos profetas de la nada, nos quieren vender algo irreal, a base de intentar colocarnos día tras día, como si todos fuéramos portadores de un hereditario retraso mental, discursos vacíos de contenido aprovechable, pero llenos de falsedad, y tejidos con frases engañosas, que suenan muy bien al oído, pero construidas con palabras huecas, que en el fondo, tan solo tienen un significado que guarda relación directa con la mentira permanente, que tiene el embauque como único objetivo.
No descubro nada nuevo con lo que digo, pero estoy seguro de que quienes lean el libro (les doy las gracias por ello), o al menos, algunos de ellos, sentirán lo mismo que yo de forma habitual. Y que no es otra cosa que una sensación de hartazgo unas veces, otras de asco, e incluso en casos más graves, de auténtica asfixia existencial que impide la respiración, sobremanera cuando el aire que te llega, es todo lo contrario a limpio, sano y vital. Ya que en su continuo deambular por el ambiente, arrastra en la mayoría de las ocasiones, una corriente continua de mal olor que con facilidad se convierte en un creciente e incontrolado aroma fétido,para dar muchas veces paso a algo que huele de manera nauseabunda a más no poder, como si eso fuera la puerta de acceso a un gran estercolero en el que la basura del poder, el dinero, la política, la corrupción, el egoísmo, las guerras, y las ideologías más intransigentes y obsoletas (de uno y otro lado), entre otras muchas cosas, se juntan en un enorme globo de mierda. Que cada día se va hinchando un poco más, y que tarde o temprano (más bien lo segundo), es muy probable, que llegue el momento, y sin remedio posible, acabe por reventar, con un enorme estallido de porquería, que salpique sin remedio a toda la humanidad, hasta que acabe enterrándola por completo a fuerza de insistir en ello, con el único afán de ensuciar cada vez más a todos los seres humanos, aunque algunos ya se han manchado bastante las manos (y otras partes de su cuerpo, como la conciencia, aunque sea invisible), y por propia voluntad, robando al prójimo sin ningún tipo de miramiento.
Continuará...
Fran Laviada