El velatorio
¡Silencio, por favor!, gritó el muerto desde su ataúd a todas las personas que en su velatorio no paraban de hablar, además de hacerlo en voz alta. ¡Ni siendo cadáver, puede uno estar tranquilo!, pensó el finado, tratando de recuperar el sueño perdido.
Rebelión a bordo
El motín, a bordo del barco en el que navegaba, fue un éxito .Y he de reconocer que uno de los cabecillas de la rebelión fue un servidor. Sin embargo, cuando recobré la razón, perdida por el exceso de ron, me tuve que lanzar al agua y nadar rápido hasta la isla más próxima para poder salvar mi vida. La tripulación quería colgarme del palo mayor, ya que yo era el capitán.
Ególatra
Comenzó siendo un futbolista esforzado, generoso y humilde, pero marcó tantos goles que se empachó de soberbia y ahora, en vez de ser un deportista ejemplar, se ha convertido en una patética imagen embriagada de su propio ego.
Fran Laviada