Preso en tu propia casa
Tu espacio existencial se puede reducir tanto, que llega un día, en el que acabas desplazándote por tu hogar-prisión, como si fueras un convicto, y cada día te levantas con la opresiva sensación de que nada va a cambiar, de que todo va a seguir siendo igual. Todo se repite, nada cambia .La rutina te va poco a poco devorando, hasta acabar contigo. El tiempo que tarde dependerá de tu resistencia, aunque puede que llegues a un punto en que, aun sabiendo que sigues vivo, te sientes muerto.
La venda en los ojos.
Existen muchos momentos a lo largo de la vida, en las que la verdad de las cosas, está más cerca de nosotros de lo que pensamos. Lo que sucede es que en la mayoría de las ocasiones, no estamos acertados a la hora de buscarla, incluso hay situaciones en las que estamos tan ciegos, que tenemos delante de nuestras mismísimas narices lo que buscamos, pero somos incapaces de verlo. Quizá haya llegado el momento de ir al oculista, puede que sea necesario comenzar a usar gafas, o incluso, algo más simple, que consiste en quitarse la venda de los ojos.
Fran Laviada