El valor de uno mismo
Lo que uno vale lo determina uno mismo. No eres tú el que tienes que demostrarlo a los demás, son ellos los que tienen que valorarlo si quieren .Si las relaciones humanas fueran como la fruta madura, sé árbol y deja que esta cuelgue de tus ramas, alguien la arrancará o no, pero no vayas ofreciéndola como un frutero que pretende colocar su mercancía, porque unos no la quieren, a otros nos les gusta, otros no la necesitan y muy probablemente muchos tengan un concepto equivocado de cómo sabe, pero ese es su problema y no el tuyo.
La peligrosa “zona de confort”
Vivir en la pasividad excesiva, que ofrece de manera traicionera, esa peligrosa “zona de confort”, hace que muchas veces la negatividad disfrazada de lo que no es, se vaya poco a poco apoderando de nuestra vida, sin que hagamos nada por evitarlo, resignados a nuestro infortunio (el que quiera, que lo llame mala suerte, si eso le sirve de consuelo), con la docilidad de un disciplinado perrito faldero, hasta que el desastre hace acto de presencia en nuestro espacio vital, con la fuerza destructora de un huracán, cuando ya es demasiado tarde para ponerse a salvo.
Fran Laviada