- Los trozos de la tarta -
Si los seres humanos fuésemos menos egoístas, nos daríamos cuenta de que en la gran tarta de la existencia hay pastel para todos, siempre y cuando los trozos se repartan correctamente, aunque este es un criterio que no comparten los que más tienen, pues no conformes con tener dulce suficiente para llenar su abultada barriga, pretenden quedarse con la tarta entera, y luego pasa lo que pasa, que les sale el azúcar hasta por las orejas, y cuando se quieren dar cuenta, ya es tarde, pues están tan inflados de glotonería, que acaban reventando.
- Un miedo irreal -
Sin darnos cuenta, o siendo conscientes de ello, muchas veces vivimos en un miedo irreal, que nosotros mismos provocamos (aunque no sea intencionadamente, salvo quien disfrute con su propio dolor), cuando volvemos al pasado y giramos nuestra vista hacia atrás, a pesar de que eso nos duela demasiado, o imaginamos un mañana que nos agobia en exceso, porque se nos presenta embarazado de incógnitas, que somos incapaces de resolver, y en nuestro error no nos damos cuenta de que muchas veces tratamos de resolver problemas que no existen.
Fran Laviada