Si la historia de tu vida es inventada (aunque no lo sepa nadie), siempre corres el riesgo de que, a fuerza de repetir una y otra vez las mismas mentiras, tú mismo te las acabes creyendo.
Y si es así:
¡Hay que ser tonto con avaricia para que eso suceda!
Y eso hace que corras el riesgo de que no sepas quién eres, ni dónde te encuentras, y desconozcas por completo la dirección en la que vas, algo demasiado peligroso para que puedas salir indemne de tus delirios.
Otra cosa muy diferente, es que de vez en cuando le des cuerda a tu imaginación para inventar cierto tipo de fantasías que en un momento dado te permitan huir de una realidad que te agobia.
Fran Laviada