Embaucadores
A Ricardo lo engañaron muchas veces, hasta que aprendió de sus errores y nunca más se volvió a fiar de aquellos charlatanes que le querían vender una parcela en el paraíso eterno, sobre todo, después de ver a tanto vendedor de humo disfrazado con la careta de la honradez y ahora, como nunca es tarde si la dicha es buena, Ricardo siempre dice:
¡Qué se metan su terreno por donde les quepa, yo ya no lo quiero ni regalado!
Añoranzas con careta.
A pesar de que el espejo no reflejaba ni por asomo sus ochenta primaveras, Don Obdulio se dio cuenta de que se estaba haciendo mayor más rápido de lo que esperaba. La señora vejez estaba llamando con insistencia a su puerta desde el mismo momento en que fue consciente de que la memoria le traía recuerdos que nunca había vivido.
Fran Laviada