Y el hombre atrapado en sus sueños que se habían convertido en pesadillas solo pudo repetir, una vez más, su historia de todos los días.
Siento el miedo que vive dentro de mí, que muchas veces me inmoviliza como un dardo paralizante, y otras me ciega poco a poco, cubriendo todo mi ser con un manto invisible que primero tan solo me permite distinguir sombras, y luego me ciega por completo, mientras se apodera de mí una sensación muy desagradable, un vértigo infinito y un malestar en el alma, porque no es algo físico, y me veo incapaz de combatirlo, de hacerle frente, hasta que por fin la luz liberadora de la mañana, me despierta y me salva una vez más, de ese sueño convertido en pesadilla que tantas noches me acosa como un lobo en su estado más salvaje. Y siempre me hago la firme promesa, cada vez que un nuevo día de mi vida comienza, que ¡jamás voy a permitir que ese miedo soñado pueda hacerse dueño de mi existencia cuando estoy despierto!
Fran Laviada
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