El despacho
8 Mar, 2024
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Hay que mirar muchas veces con detenimiento si merece la pena el porcentaje de euforia que logramos, al conseguir determinados objetivos que nos proponemos en nuestra vida, a cambio del tanto por ciento de decepción, igual o superior, que los daños colaterales del logro obtenido pueden traer consigo. Y esto podemos aplicarlo a muchos apartados de nuestra vida, tanto sentimental como económica o profesional.


Hay ejemplos claros, que lo demuestran, sin ir más lejos, en la vida laboral .

Cuantas veces hay personas que son capaces de cualquier cosa incluso pegarse, pasando por otro tipo de acciones también lamentables, como hacer chantaje, amenazar, o vender a su propia madre, si hace falta, y todo, para ascender en la empresa, y conseguir ese puesto soñado con despacho incluido y placa dorada en la puerta (con el nombre y el Don delante, y el cargo de Director y lo que siga, más una secretaria, o dos mejor, y que estén buenas, si puede ser y no es mucho pedir), aunque a cambio, haya que soportar a un Jefe (siempre hay uno, que está por encima, aunque se ocupe un cargo importante) prepotente, tirano y en muchas ocasiones, incompetente, tanto, que incluso necesita apropiarse de las buenas ideas de sus subordinados para demostrar su valía y justificar la posición (inmerecida) que ocupa.


Fran Laviada

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