= Contenido gratis de la novela =
(Para esta plataforma)
(Fragmento)
Continuación...
Así pues, y desde el principio hizo que se desataran, sin remedio, mis pensamientos más lascivos, y que, como uno lleva a lo otro, el ron te estimula y el clima caribeño te calienta (la verdad es que, sin demasiado esfuerzo cuando existe una gran predisposición para ello), pues ya se sabe, acaba uno entrando en combate al que es inútil resistirse, además sería de idiotas hacerlo, salvo el que sea de la «orilla de al lado» .
Y en todo ese recorrido que iba desde el sitio de disfrute hasta el lugar de descanso, siempre había una imagen que se repetía, y a pesar de ello nunca dejaba de sorprenderme. No era otra, que ver aquellos enormes autobuses llenos de gente, que parecía haber sido introducida a presión en su interior, que se dirigían a diversos lugares de la ciudad transportando a una gran cantidad de cubanos «enlatados como sardinas».
Veía sus cabezas a través de los cristales, tan juntas como si fueran bolas de billar, a punto de chocar unas con otras, pues tan solo estaban separadas por una insignificante distancia. Aunque nada tendría de extraño que a lo largo del trayecto se produjera algún que otro sonoro a la vez que doloroso y contundente cabezazo. Por supuesto, sin mala intención, pero propiciado por algún imprevisto frenazo, algo que tan solo se podría evitar si a todos los viajeros les diese por llevar un casco, o en su defecto y dada la precariedad económica del país, sí, al menos una chichonera, que también les serviría como protección, en el caso de producirse un aterrizaje forzoso con el cráneo utilizado a modo de parachoques contra el asfalto. Pues me imaginaba que tras la apertura automática de las puertas del «mastodóntico», a la vez que prehistórico vehículo, y dado el apretujamiento exagerado de los pasajeros, nada tendría de extraño que hubiesen podido salir disparados desde el interior.
Sigue...
Autor: Franjo Halvary