El refugio del lector. El solitario inquilino del búnker (III)
22 Feb, 2024
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¿Por qué, en general, se rehúye la soledad? Porque son muy pocos los que encuentran compañía consigo mismos.


Carlo Dossi


La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes.


Arthur Schopenhauer


A solas soy alguien. En la calle nadie.


Gabriel Celaya


 


Para todas aquellas personas que, aun teniendo claro que en la vida lo ideal es estar bien acompañado, están completamente convencidas de que siempre es preferible encontrarse solo que en mala compañía, pues es bien sabido que la existencia de presencias no deseadas imposibilita que uno pueda, incluso, respirar.


Introducción


El autor ha tratado, a la hora de escribir este libro, de dar rienda suelta a su imaginación, procurando en la medida de lo posible, desarrollar al máximo el nivel de inspiración necesario para conseguir de la manera más eficaz, que pensamientos, reflexiones e ideas salieran a la luz al mismo tiempo .

Para completar la mezcla se ha procurado añadir dosis importantes de sentido del humor y psicología positiva, sin alejarse en exceso de la realidad, y lo que ha quedado es lo que se cuenta, esperando que sea del agrado de todos los lectores, y si no es así, por lo menos siempre queda el consuelo de haberlo intentado. 


La creatividad se convierte muchas veces en una poderosa arma, que la mente pone a nuestro servicio para tratar de alejarnos lo más posible de lo que cada día nos ahoga, y al mismo tiempo nos permite viajar a otros universos paralelos en los que, sin duda alguna, nos encontramos mucho más cómodos, más tranquilos y, sobre todo, mejor ubicados en el sitio que nos corresponde. Lo que aquí se cuenta, son tan solo cosas que se le ocurren a quien escribe, según lo que ve, lo que siente, lo que lee y otras cuestiones de diversa profundidad, y que pueden ser en mayor o menor medida acertadas en sus planteamientos. 


En todo lo escrito se ha procurado aplicar un punto de vista en el que predomine el aspecto simpático de la existencia humana. Lo cual no implica que se haya huido de la crudeza de lo que es real, aunque muchas veces no sea agradable, dado que este libro no es un cuento para niños. «Si hay algo en estos textos que pueda servir, a modo de autoayuda, para resolver algún pequeño problema, o aportar, aunque sea, una diminuta luz como orientación, el autor, se sentirá muy satisfecho de ello». Sin embargo, sus pretensiones, ejerciendo de escritor, no van más allá de que este libro sirva de simple entretenimiento. 


Tampoco el objetivo, ha sido que el trabajo desarrollado para contar las historias que aquí se relatan, tenga un elevado nivel de calidad literaria, pues eso solo está al alcance de otro tipo de escritores de reconocido prestigio, y de gran recorrido profesional, que por su ingenio, capacidad y dominio del oficio de escribir, pueden aspirar a las cotas más altas dentro del exigente mundo de la literatura. No obstante, se ha procurado crear algo, que sea lo suficientemente interesante, para que su lectura no se haga indigesta, y que, como mínimo, no suponga una pérdida de tiempo para quien haya tenido a bien leer esta novela. Con la que quien escribe, y no sin cierto temor, más bien respeto, se decidió a saltar al vacío, dentro de un territorio desconocido, pero que no por ello ha dejado de ser un objetivo perseguido desde hace mucho tiempo. 


Así que, apartando a un lado unos cuantos complejos absurdos (a la vez que limitantes), y suprimiendo, en lo posible, la falta de atrevimiento, se ha trasladado al papel todo aquello que se ha considerado oportuno. Ejerciendo el autor, ni más ni menos, que su libre derecho a expresarse sin pretender creerse lo que no es, tan solo ejerciendo de lo que quiere ser, básicamente, haciendo lo que ha querido hacer, siendo consciente de ello en todo momento y estando por completo de acuerdo con lo que se dice a continuación: 


El día que no temas que lo que estás escribiendo puede ser una gilipollez con la que vas a hacer el ridículo más atroz y tener el más ominoso de los fracasos, ese día funesto en que tu vanidad derrote a tu juicio, estarás acabado como novelista. Lorenzo Silva en Los niños feroces


Por último, y para tratar de ser un poco original, dentro de la modestia (por supuesto, moderada, tampoco es cuestión de exagerar), se ha prescindido en esta obra del empleo de tres palabras, que siempre (o casi), están presentes en la gran mayoría de libros que se publican (al menos, en los leídos por el autor), y cuya reiterada utilización entraña cierto misterio (y como mínimo, curiosidad) para quien escribe. Las palabras en cuestión son: Alféizar, enjuto y angosto.


Autor: Franjo Halvary


"El solitario inquilino del búnker"

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