Existen dos tipos de decisiones en relación con el movimiento a ejecutar. Una, es la de la Bailarina,que permite que le den cuerda, para que se mueva dando vueltas y más vueltas, dentro de su confortable y protectora cajita de música.
Otra, es la de la Bailarina, que abandona por decisión propia el espacio que le han asignado para bailar, y se arriesga con nuevos pasos, atrevidos giros y arriesgados saltos, siguiendo el ritmo de su propia música. Esa, que solamente suena en el interior de cada persona, aunque no siempre se tiene la sensibilidad suficiente para saber escucharla.
La conclusión es clara, tan solo hay que bailar con la música que escuchemos en nuestro interior, y no con aquella que otros quieren que suene, para hacernos bailar siguiendo los pasos que a ellos les interesa, que pueden ser perfectos, pero nunca elegidos por nosotros.
Fran Laviada