Las olas del mar acariciaban con suavidad la arena de la playa, y Alex no podía apartar la vista de esa imagen tan sencilla y a la vez tan mágica. Y pensó en el ser tan diminuto que era en comparación con la inmensidad del universo.
La cumbre de la montaña se veía cada vez más cerca y Roberto sabía que estaba a punto de conseguir su máximo objetivo, coronarla y disfrutar de las impresionantes vistas que la naturaleza le regalaba.Cada paso era tan solo un pequeño avance, pero valía la pena el esfuerzo.
El viaje en tren de Antonio se convirtió en una aventura inesperada cuando conoció a Carlota, una chica que viajaba en la misma dirección que él .Hablaron de todo y más, rieron, se emocionaron, se sintieron vivos y al final cada uno se marchó por su lado.
Fran Laviada