Después de varias semanas de viaje interestelar, el profesor Luppi llegó a un sistema solar remoto, siguiendo las enigmáticas coordenadas cósmicas de los documentos del Dr.Palermo. En este lugar, descubrió una civilización alienígena avanzada que guardaba antiguos conocimientos relacionados con la historia del universo.
Los extraterrestres (a los que el profesor Luppi bautizó de inmediato como cenicientos, debido a la tonalidad grisácea de su piel) le revelaron que el Dr .Palermo había encontrado una serie de respuestas que iban a ser cruciales para alcanzar la supervivencia de diversas civilizaciones. Aunque el doctor no estaba físicamente presente, su conciencia se había fusionado con la vasta red de conocimiento alienígena. Algo que sin duda alguna se podría considerar como un hecho inexplicable, pero en ocasiones resulta inútil investigar y hacer preguntas para las que no hay respuestas lógicas. Al final, hay que asumir la realidad y seguir hacia adelante.
Luppi, intrigado y al mismo tiempo, poseído por un indescriptible entusiasmo, aceptó la misión de llevar ese conocimiento a la Tierra. Sin embargo, mientras regresaba al planeta azul, se dio cuenta de que la amenaza intergaláctica no había sido erradicada por completo, y el mensaje de su amigo Palermo se convirtió en una guía que iba a mostrarse como un documento imprescindible para avanzar en la consecución de su objetivo.
De vuelta en Buenos Aires, Luppi compartió las revelaciones con Jefes de Estado, que en su papel de líderes mundiales, debían de tomar las decisiones oportunas trabajando en equipo, e iniciando, de esta forma, una colaboración global para preparar a toda la humanidad contra la inminente amenaza que se le venía encima. Sin embargo, las luces y sombras misteriosas en la ciudad continuaron, sugiriendo una conexión más profunda con el cosmos.
Todo se había convertido en un interminable enigma y solo las mentes más privilegiadas y visionarias estaban capacitadas para darle la interpretación más acertada, aunque eso en el presente parecía algo quimérico, y el hoy se convirtió en una realidad cubierta por un enorme manto oscuro y el futuro en un deseable mañana iluminado por el resplandor de la sabiduría.
Este relato termina, pues, con el profesor Luppi enfrentando una elección crucial: ¿revelar toda la verdad a la humanidad y arriesgarse a una catastrófica y nunca deseable histeria colectiva, o mantener la información en secreto para evitar el pánico, pero también la preparación adecuada para una posible hecatombe mundial?
¿Continuará o no?
Todo va a depender de si el mundo, tal y como lo conocemos, estará preparado para adaptarse a los cambios que están por llegar. Existen nuevos conocimientos y realidades que van a transformar la mentalidad de los terrícolas, o quizá, al paso que vamos, sean ellos los únicos culpables de la destrucción de la Tierra.
Fran Laviada