= VI =
El desenlace
John Flannagan seguía callado, ahora tenía la mirada perdida, estaba como anestesiado. Era impensable que alguien de su experiencia en el ámbito policial, no supiera encajar aquella situación, por muy complicada que fuese para él .Y que en el momento que el mundo se enterase de que era un asesino, pasaría en unos momentos de ser un hombre respetado y admirado, a convertirse en un individuo despreciable, que además, había presumido siempre de estar al servicio de la ley.
En ese momento lo único que retumbaba en su cabeza era la voz de Rick Evans, que le repetía una y otra vez: ¡Vaya farsa John Flannagan, se te ha caído la careta!
La vida tiene estas cosas, es lo que le puede pasar a alguien que decide acabar con la existencia de otro ser humano, cuando su deber era todo lo contrario.
Rick siguió hablando, me das pena y asco a la vez. ¿No dices nada, verdad? Te has quedado de piedra, tu mundo de hipocresía se ha venido abajo, ha desaparecido tu disfraz de incorrupto y ejemplar policía. Y lo peor de todo es que al final, lo único que has demostrado es que en el fondo eres un cobarde de mierda, el peor de los cobardes, así que si te queda un mínimo de dignidad, creo que ya sabes lo que debes de hacer. Eso, o pasar el resto de tu vida encerrado como una bestia, ya que eso es lo que eres, así que, tú decides. Lo dejo en tus manos.
Dicho esto, Rick salió del despacho del Inspector Jefe Flannagan, y unos segundos después se oyó una fuerte detonación.
El Gran Policía, se había levantado la tapa de los sesos.
Continuará...
Fran Laviada
Esta historia se encuentra incluida en el libro “Liliputiense Negro” (Colección Trayecto Breve N.º 1). Puedes descubrir aquí más información sobre su contenido.
