= V =
La dedicatoria
Johnny se acabó, lo sé todo, es hora de que admitas lo que has hecho. Tú mataste a la chica del contenedor .Mantenías una relación con ella,quiso hacerte chantaje y te amenazó con decirle a tu mujer lo que estaba pasando. Como gran policía que eres, sabías que si le pagabas, no se conformaría con recibir dinero una sola vez y que volvería a pedirte más. Era drogadicta, y cuando alguien es adicto a las drogas, siempre necesita dinero, y por mucho que tenga, nunca será suficiente. Supiste, desde el primer momento, que solo había una solución al problema.
Tu matrimonio y tu carrera estaban en peligro y eso no podías consentirlo. Así que decidiste acabar con la vida de Susan, luego ya te diré cómo sé su nombre, y para no dejar pruebas decidiste utilizar los métodos de un sádico asesino. Por eso después de matarla, la cortaste en pedazos inspirándote en tantos y tantos casos que investigaste a lo largo de los años. Desviaste todas las pruebas para que fuera imposible descubrir al verdadero autor. Y como tu palabra siempre fue ley en el departamento, todos se fiaron de tu criterio, con lo cual, si quedó alguna mínima pista que te pudiera inculpar, ya te encargaste de eliminarla. Pero no contabas con que yo iba a seguir investigando por mi cuenta y cuando estaba fuera de servicio, dediqué mis horas libres a buscar y buscar hasta dar con el asesino de Susan Evans, sí, Evans como yo, Susan era mi hermana y tú la asesinaste, ¡maldito hijo de la gran puta!
Aquella acusación no pareció inmutar aparentemente al Inspector Jefe, aunque se había quedado petrificado en su silla con la cabeza agachada y las manos tapando los ojos, pero sin abrir la boca.
Evans siguió recriminando a su jefe.
Ya veo, que sigues tan frío como siempre, ni siquiera te alteras con lo que te estoy diciendo pedazo de cabrón. Tú mataste a Susan, cuando era tan solo una joven desorientada que había caído en el mundo de las drogas y no sabía lo que hacía. Te aprovechaste de ella, a pesar de que por edad, podrías haber sido su padre y cuando te quiso chantajear, te acojonaste como un cobarde de mierda. Tú, el gran Superpolicía, que presumías de ser un hombre íntegro, un profesional incorrupto, un investigador excepcional. Pues bien, como ser humano solo mereces desprecio, y como inspector de policía, no eres tan bueno como crees, ya que presumiste siempre de ser el mejor, y durante diez años estuviste viviendo con el asesino del único caso que no pudiste resolver, porque el asesino eras tú. Pero yo he sido más listo, me enseñaste, que las pruebas a veces no se encuentran en el lugar del crimen, y que hay que seguir el instinto a ver a qué camino te conduce. Pues bien, como tu alumno aplicado, lo seguí y me llevó al apartamento de mi hermana, y allí en una estantería encontré unos pocos libros. Ella no era muy aficionada a la lectura, pero hubo uno que llamó mi atención, se titulaba: La pista del asesino, y al abrirlo, en la primera hoja había una dedicatoria muy curiosa, decía así:
Para Susan, con cariño.
JF
¿Te suena?, ¡hijo de perra!, pues claro que te suena, tú lo escribiste. Ya que en tus delirios de grandeza, y para alimentar tu egolatría, te metiste a escritor de novelas policíacas, porque pensaste, que pegar tiros era igual que escribir. Y creíste, que si sabías utilizar una pistola, también podrías hacer lo mismo con una pluma, pero no fue así, porque tu novela fue un fracaso, aunque tu ego no sufrió lo más mínimo, ya que seguías siendo para todo el mundo el Gran Policía John Flannagan, el azote del crimen, el protector de los débiles, el ciudadano ejemplar, siempre al servicio de la comunidad.
Aquella dedicatoria me hizo pensar, seguir pistas, investigar, pensar, y fui tirando del hilo, siempre como tú me habías enseñado. Poco a poco, y al final lo descubrí todo, tengo pruebas, pero creo que no son necesarias. Tu silencio te delata.
Continuará...
Fran Laviada
Esta historia se encuentra incluida en el libro “Liliputiense Negro” (Colección Trayecto Breve N.º 1). Puedes descubrir aquí más información sobre su contenido.
