Tercera parte:
Esperando al bebé
Ochenta y tres años antes…
El día 24 de octubre de 1932, falleció en el hospital de Rotunda de Dublín, Mary Sutton, una mujer irlandesa, que murió siendo muy joven. Veintiún años después nació Jenny Cockell, una mujer británica que desde muy niña soñaba con la señora Sutton .Y que, debido a ello, se sometió a una terapia regresiva, logrando recopilar una serie de datos, que acabaron por convencerla de que ella era en realidad Mary Sutton reencarnada.
El paso siguiente fue comenzar la búsqueda de su anterior familia, hasta que logró dar con algunos de los hijos de la fallecida Mary Sutton. Todos ellos eran ancianos, y algunos reconocieron a Jenny como a su madre reencarnada, mientras que otros más escépticos, pensaron que era una especie de médium que su madre (se supone que desde el más allá, o donde la señora se encontrase), utilizaba para comunicarse con ellos.
Y el final de la historia fue…
Esta mañana, nada más despertar, he tenido una sensación muy extraña y un tremendo escalofrío recorrió mi cuerpo cuando me di cuenta de que estaba en la cama de un hospital. ¿Qué hago aquí?, me pregunté en voz alta, mientras estaba comenzando a ponerme muy nervioso. Para mí, aquella situación era algo incomprensible. Lo primero que pensé es que estaba soñando, pero fui consciente de que no era así, cuando una enfermera, muy guapa por cierto, entró en la habitación y me preguntó con mucha amabilidad, que tal había dormido, pero lo único que respondí fue otra vez.
¿Qué hago aquí?
¡No se preocupe señor, está usted bien!, me tranquilizó Mary, que así se llamaba la bella enfermera. Más tarde, con calma, me explicó que el día anterior había sufrido un ataque de pánico y que me habían ingresado en un estado lamentable, gritando como un loco.
¡No quiero morir!
Algo que repetía sin cesar. Mary, también me contó que decía cosas muy confusas, en las que no paraba de hablar de la reencarnación. Al final, el médico, visto mi estado de gran alteración, me dio un sedante para tranquilizarme y que pudiera dormir unas horas hasta recuperar la calma.
Me encuentro en el Hospital Rotunda de Dublín, que es un centro de maternidad. Ayer vine a acompañar a mi mujer Jenny, que está a punto de dar a luz, pero me puse tan nervioso, que la ansiedad se apoderó de mí y tuvieron que dejarme ingresado hasta hoy.
Lo de Jenny, fue una falsa alarma, así que ya volvemos a casa a esperar con paciencia que el bebé asome su cabeza al mundo. Por suerte ya me encuentro más relajado. Los médicos me han dicho que he de tomar las cosas con mucha más tranquilidad, ya que no es bueno vivir estresado de forma permanente. Y me han recomendado que no trabaje tantas horas, pero yo les he dicho, que mi puesto de Director en un importante hotel, me obliga a estar al pie del cañón y en tensión permanente gran parte del día.
¿Verdad? ¿Mentira? ¿Quién lo sabe?
Si crees en la reencarnación, no te rías de la fealdad del sapo (Roberto Fontanarrosa)
- FIN -
Fran Laviada
Esta historia se encuentra incluida en el libro “Liliputiense Negro”. Puedes descubrir aquí más información sobre su contenido.