Dublín (Irlanda) 24-10-2015
Primera parte:
"Insatisfacción vital permanente"
Mi vida era una auténtica mierda, y a pesar de ser lo suficientemente rico para disfrutar de una existencia placentera y ser envidiado por la mayoría de la gente que me conocía, cada día me costaba más trabajo poder superar mi insatisfacción vital. Y una continua sensación de fracaso me ahogaba, era como si unas manos invisibles apretaran mi cuello hasta dejarme sin respiración.
Un día me levanté con el cable cruzado (más de lo habitual), y pensé que había llegado el momento .
El dinero no me importaba en absoluto, solo quería ser feliz. Prefería ser pobre y disfrutar, que tener dinero y ser un desgraciado.
Continuará...
Fran Laviada