Tener la autoestima baja.
Pensar que uno no está capacitado en cuanto llegan los primeros reveses.
Cuando por la ventana de la competición, asoma la cabeza de la derrota, y afloran los pensamientos negativos instalándose cerca del entrenador y se convierten en un huésped molesto que no se marcha nunca.
Todo lo anteriormente expuesto genera en alguien inexperto dentro del mundo del fútbol, una especia de diálogo interior que lo aleja de las actitudes positivas y le machaca la cabeza diciéndole que arroje la toalla y que se dedique a otra cosa.
A esa especie de Pepito Grillo Cabroncete, qué incansable zumba el oído, hay que ignorarlo por completo, no hacerle el mínimo caso, y solo así evitaremos que nos arrastre a sitios donde luego es complicado salir.
Continuará...
Paco Arias (Entrenador Nacional).
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