Cuando la "publimaldad" se disfraza de publicidad
6 Feb, 2024
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¡A veces lo que nos venden como algo barato, al final sale muy caro!


Es evidente que una gran parte de la publicidad con la que nos bombardean a todas horas, desde los diversos medios de comunicación, contiene unas dosis elevadas de maldad, ya que tiene como único objetivo, conseguir a cualquier precio, que el afán consumista del ciudadano se eleve al máximo, hasta alcanzar niveles de auténtica adicción, lo que no deja lugar a dudas, del efecto dañino que tanto anuncio le va a reportar al futuro consumidor.


  Las poderosas multinacionales de todos los sectores, se convierten en enormes charlatanes de feria que a toda costa nos quieren colocar su último invento, su producto milagroso o su maquinita de ultramoderna tecnología. Al final, en la mayoría de las ocasiones, el asunto es que, buscan que compremos cosas que no nos hacen falta para nada, pero ya se han encargado ellos muy astutamente de crearnos la necesidad, con sus presuntamente ingeniosas campañas y promociones, aunque algunas son verdaderamente patéticas, y el eslogan impactante (quien lo inventa, así lo piensa) de muchas, es de verdadera vergüenza, por mucho que algún cerebrito con tres carreras y siete másteres presuma (supuestamente) de haberse exprimido los sesos durante meses .

Para dar con la frase mágica que a su empresa le sirva para embolsarse centenares de millones.


   Lo realmente grave de todo del asunto es que el ingenuo de turno, se va a gastar un dinero que no tiene (¡usted no se preocupe, pague en cómodos plazos, le ofrecemos financiación a su media!) y el resultado final, es el encadenamiento perpetuo a una deuda interminable que acompañará al pobrecito comprador hasta la tumba. ¡Y quédese tranquilo, si se muere usted antes de liquidar el saldo pendiente, ya nos encargaremos de que lo hagan sus hijos, y al paso que vamos incluso sus nietos!


   Como para la maldad, en forma de anuncio, siempre hay tiempo, uno de los últimos mensajes que nos mandan, es ese que se refiere a las “marcas blancas”, en la que más o menos advierten al consumidor, que este o aquel producto, es mucho mejor comprarlo con su “marca original” porque su supuesta efectividad, es mayor, que en su versión “marca blanca”, que es más barato, pero resulta bastante peor. ¿Cómo tienen tanta “caradura”? ¡Si el fabricante es el mismo!, y al final, como la banca, “siempre gana”, si no vende uno, vende otro. 


   Evidentemente, no toda la publicidad es dañina, hay campañas que son ingeniosas, divertidas y auténticas, pero por desgracia, no suelen destacar por su abundancia, y para ver un anuncio realmente bueno, hay que tragarse, diez “bodrios”, que ni el perro soporta, pues cuando está mirando para la tele, y ve lo que aparece en pantalla, comienza a ladrar y sale disparado en dirección a la puerta, para que alguien lo saque a pasear. Aunque hay que reconocer que no todo es negativo, y es justo admitir, que gracias a la publicidad disfrutamos hoy en día de muchas cosas gratuitas, pero también, gracias a la publicidad, tenemos que soportar día tras día mensajes, absurdos, ridículos, cansinos y malintencionados que pretenden crearnos necesidades que no tenemos. 


   “La publicidad es el arte de convencer a gente para que gaste el dinero que no tiene en cosas que no necesita” (Will Rogers)


Nota.- En los últimos tiempos, uno de los ejemplos más claros de publimaldad, consiste en vender miedo al consumidor para más adelante tratar de colocarle una amplia gama de productos para su protección y autodefensa, en fin, cosas del progreso con tecnología incluida.


Fran Laviada

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