El viudo (Parte II)
6 Feb, 2024
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Siete años después…


El día 6 de diciembre de 2008, falleció en Manhattan, Nueva York, Martha Von Bülow (conocida como Sunny), una rica heredera perteneciente a la alta sociedad norteamericana, tras haber permanecido veintiocho años en estado vegetativo, que la mantuvo en un extraño coma. En principio, su marido, el abogado y aristócrata británico Claus Von Bülow, fue condenado por intentar asesinarla mediante una sobredosis de insulina, pero tras una apelación, la condena fue anulada .

Más tarde, fue declarado inocente tras un segundo juicio. 


Al final los expertos dictaminaron que la fallecida había sido víctima de un uso excesivo de medicamentos. El caso tuvo una difusión mundial en los medios de comunicación, y siempre quedó en el aire la culpabilidad del viudo, por las dudas razonables que se planteaban con relación a su implicación en la muerte de su esposa. Una acusación efectuada inicialmente por los hijos mayores (fruto de su primer matrimonio) de la fallecida. 


Y el final de la historia fue…


El viudo fue encerrado, y lamentó haber estrangulado a su mujer. Pero no por el hecho de quitarle la vida, más bien de lo que está arrepentido, es de la forma que lo hizo y que permitió a la policía detenerlo, al descubrir en la superficie del cuello de la fallecida las huellas de los dedos asesinos, causantes de la asfixia. Un error fatal que acabó con el marido entre rejas.


¿Cómo pude ser tan torpe?, repetía el viudo continuamente, poniendo en práctica una especie de mantra de la desesperación. Sobre todo desde el día que alguien en la prisión le habló del libro escrito por Alan Dershowitz en 1986, cuyo título original era Reversal of Fortune: Inside the Von Bulow Case, y que, en 1990, fue adaptado al cine en la famosa película El Misterio Von Bülow, dirigida por Barbet Schroeder y protagonizada por Glenn Close y Jeremy Irons (que fue nominado al Oscar, interpretando a Claus Von Bülow). El viudo no paró hasta conseguir el libro y lo leyó varias veces. También logró ver la película en un par de ocasiones, y al parecer, según cuentan algunos reclusos que compartieron encierro con él, y que hoy están en la calle después de haber cumplido su condena, el hombre se fue poco a poco obsesionado con la historia. De tal forma que llegó un momento que se trastornó, es decir, que se le fue la olla.


Inspirado por el caso Von Bülow, fue interesándose más por los efectos de la insulina en el organismo. Leyó, investigó, preguntó al médico de la prisión, y al final descubrió que la jodida insulina, puede matar a una persona sin dejar huella en la sangre, de tal forma que parezca muerte natural.


Y hoy en su enajenación mental, no se sabe, si transitoria o permanente, cada poco repite en voz alta (los demás reclusos, están hartos de oír día sí, y día también, el mismo rollo).


¡Claro, la insulina! ¿Cómo no se me ocurrió?


¡La próxima vez, no voy a cometer el mismo error!


La verdad es que nadie sabe a ciencia cierta, lo que le pasa al viudo por su desquiciada cabeza. Quizás tenga pensado volver a casarse el día que salga de la cárcel, si es que lo consigue, pues nada tendría de extraño que algún hastiado compañero de encierro, lo acaba silenciando para siempre. ¿Con insulina?


¿Verdad? ¿Mentira? ¿Quién lo sabe?


La vida familiar más feliz la arrastra un viudo sin hijos (Franz Von Schontan)


Fran Laviada


Esta historia está incluida en el libro “Liliputiense Negro”. Puedes descubrir aquí más información sobre su contenido.

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