Son muchos los momentos en los que el ser humano experimenta, a lo largo de su vida, una sensación que le hace sentirse completamente vacío, como si en su interior, tan solo existiera la nada más absoluta. Y el intento de llenar esa especie de hueco vacío y a la vez desaprovechado, resulta inútil, a pesar de emplear en ello la mejor de las voluntades y el mayor de los esfuerzos.
Quizá ante esto, puede resultar acertado hacer caso a las enseñanzas budistas, que nos permiten encontrar la explicación más adecuada al problema, y al mismo tiempo conseguir la tranquilidad necesaria para poder asimilar de manera natural, las circunstancias existenciales que nos afectan.
“El Sutra del Corazón”, que es uno de los textos más conocidos del Budismo, y a la vez de los más antiguos, dicen que “vacío es forma, y forma es vacío”, que viene a ser algo parecido a que la esencia de todas las cosas es el vacío, o al menos así se puede interpretar por los que admiramos la Filosofía Budista, aunque seamos unos grandes desconocedores de la misma, sobre todo en cuanto a la profundidad de sus contenidos.
Quedamos, pues, algo más tranquilos, en nuestra infructuosa labor de llenado.
Fran Laviada