¡Ni despierto, ni soñando!
En la vida real casi siempre aparece el tocapelotas de turno, también conocido como rompehuevos, que en un momento dado interrumpe el mejor instante del día de alguien, alterando esos minutos de tranquilidad, tan escasos y a la vez, de tanto valor para quien tiene la suerte de disfrutarlos, para contarle una estupidez o simplemente para soplarle al oído, el último chisme de moda.
En los sueños, sucede algo parecido, cuando el maldito despertador suena siempre fastidiando el mejor de los sueños, esos en los que uno se encuentra en una paradisíaca isla (da igual su ubicación en el mapa, pero cuanto más lejos mejor), acompañado de un grupito de rubias (y también morenas), que lo miman, lo cuidan y están siempre atentas a todos sus caprichos, ya que es el único macho del lugar y ellas solo viven para complacer sus deseos, en una generosa y abnegada labor de protección de la especie (masculina, en este caso).
Hay sueños que tendrían que ser eternos, sobre todo cuando, la vida real, esa que solo aparece cuando estás despierto, se hace tantas veces insoportable.
Fran Laviada