Venezuela 2024: petróleo y migración como extorsión
31 Ene, 2024
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En 2017 y 2018 encabecé la delegación que se sentó en República Dominicana con el régimen de Nicolás Maduro. Nuestra lógica era que, habiendo elecciones presidenciales en 2018 y ante la amenaza creíble de más sanciones de los EEUU y europeas (que no habían sucedido, esperando la negociación), Maduro podría estar razonablemente abierto a unas elecciones competitivas .

Sin embargo, el proceso fue al revés. A medida que se daban las negociaciones, el régimen ilegalizó los partidos políticos y mantuvo las inhabilitaciones, además de cerrarse a la observación europea. Nuestra negativa a firmar el acuerdo llevó a Maduro a realizar unas elecciones unilaterales y, a partir de allí, se formalizó el desconocimiento del mundo libre de la dictadura. Durante ese proceso de Dominicana, era muy llamativo el hecho de que el jefe de la delegación de la dictadura nos repitiera, una y otra vez, frente a los cancilleres y al presidente de Dominicana, que “aún no se había entendido bien la naturaleza de la revolución bolivariana, porque se trataba de una revolución como la cubana que no podía ser medida por las reglas de la democracia occidental”. Este año 2024 nos encontramos en la siguiente elección presidencial tras ese intento de 2018. La pregunta sigue siendo la misma: ¿entendemos todos que quienes tienen el poder en Venezuela se consideran una franquicia de Cuba? Esto significa en términos prácticos usar el mismo disfraz revolucionario para demoler en la práctica todos los derechos humanos de un pueblo. Ortega, Maduro y Díaz Canel son la misma cara de la moneda que junto con gobiernos como el de México, Bolivia y Brasil se alinean, con matices, en construir un frente anti Estados Unidos y también anti-Europa.


Pero el caso venezolano es más dramático que el de cualquier otro país de la región: ¿EEUU y Europa están dispuestos a entregar al dictador Maduro las reservas de petróleo más importantes del mundo (24% de las reservas mundiales) para que se consolide una segunda Cuba y con petróleo se dedique a desestabilizar toda la región? El problema de fondo es que los modelos autoritarios han encontrado que, para mantenerse en el poder sin rendir cuentas, lo más barato es aliarse con Irán, Cuba, Rusia, China y, por qué no, Corea del Norte, al tiempo que chantajean a Occidente. Este paso les da licencia para proclamar que rechazan la democracia liberal y todos los intentos de utilizar los derechos humanos como una herramienta de imposición de valores políticos. Es el argumento perfecto para un mundo posmoderno donde nadie tiene derecho a expresar qué es bueno o malo, arriba o abajo, día o noche.


Mientras tanto, y con razón, EEUU y Europa están ocupados con los problemas de la guerra de Oriente Medio y la invasión rusa de Ucrania. Pero esto no debe llevar a seguir desatendiendo en 2024 a una América Latina que, hoy por hoy, está siendo empujada al cuadrante anti-Occidente. Esta dinámica geopolítica que parece muy sofisticada no lo es cuando vives en Venezuela. Es una realidad de carne y hueso que los pueblos intuyen de manera nítida. ¿Por qué migran cerca de ocho millones de venezolanos? ¿Por qué más de 300.000 venezolanos cruzaron la peligrosa selva del Darién en 2023? Sencillo: por la catástrofe política, cultural y económica generada por Maduro. Es subestimar la dinámica inferir que en el caso de Venezuela éramos un país feliz, llegaron las sanciones y la gente comenzó a huir del país. Los números indican otra realidad. En 2016, no había ningún tipo de sanción económica contra el país y ya casi dos millones de venezolanos habían abandonado su país para buscar un mejor futuro. En 2017, la comunidad internacional no había tomado ningún tipo de presión contra la economía nacional y ya experimentábamos una inflación del 800% y una contracción económica de casi un 20%. El año 2024 es crucial para Venezuela, pero también para mantener Iberoamérica más cerca de la democracia y los derechos humanos Maduro, a través de la destrucción del voto y de la libertad de expresión, usando la represión violenta y destruyendo la economía vía expropiaciones y corrupción, generó una Venezuela sin derechos y sin futuro. Por eso nos preocupa que el petróleo y la migración sean el arma del autoritarismo de América Latina para chantajear y obtener lo que desea de Estados Unidos y Europa. Ese chantaje está llevando a que EEUU y Europa se olviden de las causas de la migración y se focalicen en atender desacertadamente las consecuencias de la migración. Esa es la apuesta de Maduro para 2024, camuflarse en un año lleno de elecciones y seguir extorsionando con sus temas y alianzas antioccidentales. Al menos en el caso de América Latina, el proceso electoral más importante para toda la región es el caso de Venezuela. A estas alturas del juego, Maduro ha recibido todo lo que ha pedido. El pueblo venezolano no tiene ni fecha de elecciones, ni candidata habilitada ni garantías de competitividad. El año 2024 es crucial para Venezuela, pero también para mantener Iberoamérica más cerca de la democracia y los derechos humanos.

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