Pienso, que para estar preso, no hace falta vivir en una cárcel, y si no, que se lo pregunten a esa gran cantidad de individuos que permanecen encerrados tras los barrotes de su propia mente, desempeñando un doble y antagonista papel, ya que son a la vez prisioneros y carceleros de sí mismos, y muchos de ellos, a pesar de intentarlo con todas sus fuerzas, no son capaces de fugarse de su particular encierro.
Pienso, que es mejor desprenderse del pesado equipaje personal acumulado en el pasado, cuando es una carga tan enorme, que impide moverse con total libertad en el presente. Y lo realmente patético del caso, es que mucha gente no se da cuenta de ello, y arrastra año tras año ese peso absurdo, que además de hacer inútil el esfuerzo de llevarlo a la espalda, pues no vale absolutamente para nada, impide el desplazamiento libre, ágil y rápido en el momento actual, que es lo que de verdad importa.
Pienso, que en la vida, cuando se recorre un camino por primera vez, y se llega al final del mismo, es probable que en la mayoría de las ocasiones nos llevemos una decepción, ya que cuando hemos concluido el trayecto no encontramos lo que esperábamos (ni durante, ni al finalizar).
La conclusión es que lo verdaderamente interesante las más de las veces, es volver (si se puede) a repetir el recorrido realizado, seguro que en el segundo viaje, descubrimos muchas cosas que provocarán nuestra atención, y que en el primer desplazamiento nos habían pasado totalmente desapercibidas .De tal forma que cuantas más veces repitamos el mismo camino, más y más descubrimientos iremos realizando. Es como mirar un cuadro, quizás la primera vez no nos diga nada, pero cuando se ha visto varias veces y nos hemos fijado con detenimiento en una serie de detalles, nos damos cuenta de que existe una abismal diferencia entre el visionado inicial y el último que se ha realizado.
Y mientras, sigo pensando…
Fran Laviada