Tercera parte: La insoportable realidad
La historia sigue...
Cuando estaba en lo más interesante de la lectura, venía Sally a importunarme. Y de nuevo mi vida se volvía a dividir en diferentes apartados:
- Me hacía preguntas estúpidas, a veces tan ridículas que no había respuesta coherente para ellas.
- Otras veces me hablaba de cosas absurdas o superficiales, que me aburrían .
- O en el peor de los casos, cuando repetía lo mismo una y otra vez, se me levantaba un tremendo dolor de cabeza.
- Y en alguna ocasión, con su forma agobiante de actuar, me llegó incluso a producir unas ganas enormes de vomitar, hasta esos extremos llegaban los efectos nocivos de mi convivencia marital.
Al final, el único objetivo de mi querida esposa, era fastidiarme, y sacar lo peor de mí. Y a fuerza de insistir, lo consiguió (¡vaya, si lo consiguió!), como se podrá comprobar en el transcurso de este relato.
Continuará...
Fran Laviada