Illinois (EE. UU.) 2-9-2003
Cuando desperté, una de mis peores pesadillas se hizo realidad.
¡Me habían enterrado vivo!
El pánico se apoderó de mí .Traté con todos mis fuerzas de abrir aquel ataúd bajo tierra, pero fue imposible. La sensación de terror era insoportable, hasta que por fin me di cuenta de que todo era un mal sueño. Había muerto el día anterior, pero me habían incinerado.
¡Respiré tranquilo!
Jack Davis Douglas
Dieciséis años antes…
El día 2 de septiembre de 1987, Stephen Small, un millonario de treinta y siete años, fue secuestrado en la localidad de Kankakee, en Illinois y enterrado vivo, muriendo asfixiado, antes de que sus secuestradores pudieran cobrar el rescate.
Y el final de la historia fue…
Cuando el multimillonario Jack Davis Douglas, conoció la historia de Stephen Small, se obsesionó de tal forma, que vivió el resto de su vida pensando en la posibilidad terrible de que a él, le pudiera suceder lo mismo. El miedo a ser enterrado vivo, se hizo compañero permanente de su existencia, y fue tanto el pánico que se apoderó de su pensamiento, que comenzó a tener pesadillas, y a no distinguir fantasía de realidad. Y en su locura, mandó fabricar un ataúd especialmente diseñado, con un mecanismo que disponía de un botón de alarma que hacía sonar una potente sirena. Para que en el caso de ser enterrado vivo y despertar dentro de la caja, pudiera dar un aviso al exterior de que aún seguía respirando.
Jack Davis Douglas, murió de un ataque al corazón, el día que decidió probar su artilugio, y sin avisar a nadie, se metió en la caja, que accidentalmente se cerró. El hombre se puso tan nervioso, que no le dio tiempo a accionar el botón de alarma, pues su músculo cardíaco (bastante debilitado, por una vida de juergas y todo tipo de excesos), no pudo resistir el susto
¿Verdad? ¿Mentira? ¿Quién lo sabe?
El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son (Tito Livio)
