El viaje
8 Ene, 2024
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Mi nombre verdadero no importa, todos me conocen como Charly y así quiero que me llamen. Siempre me ha atraído la aventura .

Recuerdo que cuando era niño, pasaba horas perdido en mis libros de aventuras favoritos, imaginándome en tierras lejanas y viviendo experiencias arriesgadas. No pasó mucho tiempo antes de que me diera cuenta de que quería experimentar esas cosas por mí mismo. Ardía en deseos de pasar de lo escrito en un papel a la más emocionante realidad.


Cuando apenas había cumplido los veinte años, metí en una  pequeña mochila lo imprescindible y emprendí un largo viaje que cambiaría mi vida para siempre. Me desplacé hasta Tailandia, un país que siempre me había fascinado, y comencé a explorar todo lo que tenía para ofrecerme.


Caminé a través de densas y en ocasiones peligrosas junglas, nadé en aguas cálidas y cristalinas, y probé comidas deliciosas que jamás había tenido el placer de saborear. También conocí a personas increíbles que me aportaron un excelente aprendizaje de vida, y otras que, al igual que yo, estaban deseosas de vivir nuevas experiencias, viajeros de todo el mundo, cada uno con sus propias historias y anhelos. Incluso tuve tiempo para enamorarme de una preciosa tailandesa, una joven pintora, que me impresionó con su arte y su exquisita sencillez, y que además me dio a conocer toda la belleza de su país.


Pero por desgracia, mi aventura asiática dio un giro muy desagradable cuando me encontré atrapado en una peligrosa situación. Aunque prefiero no entrar en detalles, porque no me gusta mirar en exceso al pasado, sobre todo cuando este es negativo. Baste decir que llegué a estar aterrorizado temiendo por mi vida. Pero de alguna manera, me las arreglé para salir indemne de una angustiosa situación provocada por unos peligrosos bandidos que intentaron secuestrarme, ya que tuve la mala suerte de que aquellos criminales tailandeses, me confundieron con otro joven que tenía más o menos mi edad y cierto parecido físico conmigo, y que era multimillonario. Sin duda pretendían hacer un gran negocio, pero desde luego, yo no iba a ser su deseado tesoro.


Cuando todo se aclaró y mis secuestradores se dieron cuenta del error que habían cometido, me dejaron marchar, pero me advirtieron de que si iba a la policía a denunciar lo que me había sucedido, no viviría para contarlo, es decir, que no saldría vivo de Tailandia. Tenía claro que iba a regresar a casa lo primero posible, es decir, a toda velocidad. Fue lo que hice y como se suele decir, sin mirar hacia atrás, pero con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho y a punto de desbocarse. Y hasta que no me vi sentado en el avión, volando de regreso a mi país mientras me alejaba de Tailandia, no recuperé mi tranquilidad. Atrás tuve que dejar a Karnchana (que en tailandés significa una chica hermosa y encantadora) mi breve amor oriental, pero no había elección, mi vida estaba por encima de mi pasión.


Ahora, pasados unos años después de aquella excitante y, sobre todo, peligrosa aventura, todavía recuerdo aquel viaje como una mezcla extraña de emociones. Fue la experiencia más increíble y emocionante de mi vida, pero también fue, con diferencia, la más aterradora, ya que en algún momento llegué a estar convencido de que aquellos desalmados me iban a enviar directo al otro barrio. A veces me pregunto si hice una tontería al emprender ese viaje, y correr tales riesgos, pero la vida es tan sorprendente, que nunca sabes lo que el destino te depara a la vuelta de la esquina. Pero casi siempre la adversidad, te aporta también experiencias positivas, y todo lo que aprendí y experimenté en aquellos tiempos, creo que me sirvió a lo largo de mi vida para hacerme mucho más fuerte, y saber adaptarme mejor a las circunstancias aciagas que a todos los seres humanos nos somete en ocasiones la existencia.


Y si tú, amigo lector, que estás ahora descubriendo este relato, sientes un deseo irrefrenable y apasionado por viajar, te recomiendo que sigas los instintos de tu corazón. Tomar riesgos, explorar lugares desconocidos y conocer gente nueva, es sin duda algo muy estimulante, aunque nunca sabes a dónde te puede llevar tu aventura y nada garantiza, que lo mismo que me pasó a mí en su momento, no te pueda suceder a ti, incluso sin viajar, esperemos que no, por supuesto. Y es que en ocasiones, casi sin moverte de tu domicilio, puedes tener la mala suerte cuando, simplemente, bajes a comprar el pan, de encontrarte al caco de turno agazapado en el portal de tu edificio, que a punta de navaja o de pistola, y en tono amenazante y sin miramientos te pide la cartera.


La conclusión final de la historia, es que si tu deseo es moverte para conocer otros países y dispones de los medios económicos para ello, ¡no te quedes nunca en casa!


¡Mucha suerte y feliz viaje!


Fran Laviada

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