Jobs entendió que la experiencia del cliente comenzaba desde el primer contacto visual con el producto: su empaque. Para perfeccionar este arte, Jobs formó un equipo dedicado exclusivamente a diseñar cajas.
Las cajas blancas icónicas de Apple no son simplemente contenedores; son una narrativa visual .
Incluso la disposición de los productos en la caja revela una cuidadosa consideración. Los primeros iPhones mostraban la pantalla hacia arriba, pero con la evolución del diseño y la introducción de colores vibrantes, los nuevos modelos se presentan al revés, revelando primero su aspecto distintivo.
Este enfoque en el empaque no es simplemente estético; es estratégico. El equipo de Jobs se dedicó a abrir cajas, diseñar envases y medir respuestas para perfeccionar la presentación de cada producto. Esta atención meticulosa ha convertido el acto de desempaquetar un producto de Apple en una experiencia distintiva que va más allá de la funcionalidad del dispositivo, marcando una huella única en la mente del cliente desde el primer contacto.
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