Cuando Madison se presentó a su primer día de trabajo como banquera de inversión junior en 2022, no se hacía ilusiones sobre la dificultad su nuevo trabajo. Wall Street es famoso por sus largas jornadas y su estresante estilo de vida, sobre todo en los puestos inferiores, donde el volumen de trabajo es muy elevado.
Pero al mismo tiempo, Madison estaba entusiasmada por empezar su carrera en el corazón de Nueva York, trabajando para un prestigioso banco de inversión donde ganaría un salario de seis cifras a sus 22 años .
"Para mí, la mayor decepción de la banca es que pensaba que todos los analistas estaríamos muy unidos. Pensé que habría compañerismo y que seríamos amigos de por vida después de esta experiencia. Pero después de salir de esta empresa, no puedo decir que vaya a mantener el contacto con ninguno", explica Madison, que ha preferido utilizar un seudónimo para proteger su identidad en el trabajo.
La soledad no es exclusiva del sector financiero. La sensación de aislamiento es omnipresente en la sociedad moderna, hasta el punto de que la máxima autoridad médica de Estados Unidos afirmó en mayo que se trataba de una epidemia. Y es más grave en los jóvenes, muchos de los cuales deben trasladarse a nuevas ciudades para iniciar su carrera profesional. En una encuesta realizada en 2021 por encargo de Cigna, el 79% de los jóvenes de 18 a 24 años declararon sentirse solos, frente al 41% de los mayores de 66 años.
No obstante, la cultura de trabajo que existe en Wall Street parece agravar bastante el sentimiento de soledad. Debido a las largas jornadas laborales, por ejemplo, a los jóvenes que empiezan les puede resultar más difícil encontrar tiempo para socializar fuera del trabajo.
Los jóvenes entrevistados por Business Insider reconocen que las experiencias pueden variar: algunas promociones de analistas pueden estar muy unidas, dependiendo del grupo y de la empresa. Pero no hay garantías, dicen.
"Salgo con mis compañeros de vez en cuando. Pero no puedo decir que me conozcan realmente fuera del trabajo. Sencillamente no existe esa conexión profunda", explica Madison sobre sus compañeros.
Los puestos de trabajo en los principales bancos de inversión y hedge funds pueden ser más difíciles de conseguir y más exclusivos, por lo que hay mucha competitividad en el sector. Si se fomenta una cultura obsesionada con las jerarquías y los puestos, algunos analistas sí se muestran muy unidos, dependiendo del grupo y de las empresas, y se puede producir una mezcla tóxica.
Madison, por ejemplo, describe una gran tensión entre sus compañeros y los analistas de nivel superior, un problema que empezó durante su primer año de trabajo.
"A última hora de la noche pedían té de burbujas o algo así, y literalmente nos excluían a todos nosotros (los analistas junior), pero contaban con el resto de la oficina. Es un ambiente hostil. Francamente, no quiero estar aquí otro año tratando con esta gente", describe la joven.
Algunas de las mezquindades parecen sacadas de las películas.
"Hay una chica en un puesto superior al mío, y es la mayor zorra del equipo. Puedes pasar por delante de ella en el pasillo y decirle: 'Hola, ¿qué tal?', y pasará de largo con la cara desencajada y sin devolver el saludo", explica Madison.
Esto ocurre también entre los antiguos alumnos de facultades prestigiosas. Hay más probabilidades de conseguir un empleo en Wall Street si vienes de Wharton, Harvard o Yale, porque las grandes empresas suelen contratar más en esos campus, aunque la cosa está cambiando. Los que se abren camino en el sector desde otras universidades menos conocidas tienden a sentirse aislados.
"Es un ambiente muy cerrado. En mi grupo, la gente de Wharton se junta con la gente de Wharton, la gente de NYU se junta con la gente de NYU", dice Madison, que estudió en una universidad pública.
Wall Street también recompensa la ambición a través de su competitiva estructura de retribución por resultados. El hecho de recibir una bonificación en la parte alta, media o baja de la escala te da una idea (a ti y a todos los demás) de tu posición en la jerarquía. Y cuando es época de renovar los puestos, las luchas internas pueden enfrentar a los compañeros entre sí.
Abbey, una analista de Wall Street que dejó su trabajo en banca de inversión en agosto, dice que fue testigo de primera mano de cómo la temporada de renovaciones podía erosionar la confianza de las personas en sí mismas y en sus compañeros.
"Los analistas de segundo año solían ser de los más cercanos. Pero cuando llegó la temporada de renovaciones de primer año, todo cambió. Vi cómo se desgarraba la relación. Empecé a ver cómo se difuminaban las líneas entre amistad y rivalidad profesional, y se volvió realmente tóxica", comenta Abbey, que también ha querido utilizar un seudónimo.
Los analistas aún no generan dinero para la empresa ni tratan directamente con los clientes. Por eso, para salir adelante, algunos recurren a juego sucio en la oficina para demostrar que son los mejores y los más trabajadores. "Es como si hasta tus propios amigos hablaran mal de ti para tener más ventaja", explica Abbey.
La cultura de Wall Street también puede crear barreras entre las personas. La mayoría de la gente no habla de sus dificultades, según Abbey, porque podría estar mostrando una debilidad de la que otros se aprovecharían. "Creo que muchas veces la gente sigue queriendo dar esa imagen de fortaleza. No quieren parecer débiles delante de sus amigos", señala.
Denise Shull, una trader que ha pasado a ser coach y ayuda a los gestores de carteras y a sus analistas a utilizar las emociones a su favor en la toma de decisiones, afirma que en los hedge funds hay un problema similar.
"Muchos de ellos no tienen experiencia con el fracaso. Parte de la soledad proviene de esto: todo es nuevo, sienta mal, da miedo, y no sienten que puedan hablar con nadie. No sienten que puedan ser sinceros. Puede que sientas que eres en cierto modo buen amigo de ese otro analista con el que empezaste, pero en realidad no vas a decirle que dudas de ti mismo", explica.
Michael Sloyer, antiguo encargado en Goldman Sachs, dice que aunque conectó con sus compañeros de trabajo, había un cierto umbral de cercanía que no podía alcanzarse del todo. Sobre todo al principio de su carrera como operador de derivados de renta variable, en la que lleva ya 11 años.
"Mi experiencia fue que hay una cultura de intentar proyectar una imagen de éxito, de sentirse y ser importante, de tener un cierto estatus y un cierto cargo y remuneración. Intentamos que nos vean y demostrar nuestra valía de esa forma, y cuando lo hacemos, nos disponemos a sentirnos menos conectados con los demás porque pensamos sobre todo en nosotros mismos", dice Sloyer, que ahora es coach ejecutivo y de vida en Upbuild.
"Mirándolo en retrospectiva, era una cuestión de egos, y una codependencia basada en decirnos los unos a los otros lo geniales que éramos", relata.
Las largas jornadas laborales de Wall Street también contribuyen a la sensación de soledad.
"Nunca puedes desconectar. Te dan un teléfono de trabajo y tienes que mirarlo cada 10 minutos. Los fines de semana sigues mirando el teléfono constantemente. Hacía que cosas como planear cenas con mis amigos o irme de fin de semana fueran imposibles", explica Abbey. Gran parte de la razón por la que dejó la banca de inversión, dice, es que no tenía ningún control sobre su tiempo o su vida.
Cuando era banquera, la mayoría de sus amigos no trabajaban en finanzas, y su horario y el estrés que conllevaba ponían a prueba sus relaciones.
"Estaba tan estresada todo el tiempo que no podía hablar con mis amigos. Y si alguna vez acudían a mí por algo, o yo estaba muy ocupada o ya estaba en un estado de ánimo negativo en el que no tenía energía para hablar con ellos o escuchar sus problemas o incluso quedar con ellos", confiesa.
Madison se muestra de acuerdo. Después de darse cuenta de que no iba a intimar con sus compañeros de trabajo, recurrió a Bumble BFF, una versión de la aplicación de citas Bumble creada explícitamente para hacer amigos. Ha tenido cierto éxito con ella: dice que ha hecho match con 20 o 30 chicas y ha quedado con tres.
"Es mejor que nada", reconoce.
Sin embargo, solo ha ligado con gente del mundo de las finanzas o de sectores afines con las mismas exigencias laborales. Cuando tienes que cancelar una cita en el último minuto por quinta vez para editar una presentación de diapositivas, la gente que trabaja de 9 a 5 se enfada.
"No puedo salir de copas entre semana, sinceramente. Y mis fines de semana son tan caóticos que apenas puedo dedicar la mitad de mi tiempo al ocio. Necesito ser amiga de alguien que me entienda o que tenga un horario similar al mío", aclara Madison.
Y lo mismo ocurre con las relaciones amorosas. "Los horarios son algo con lo que sabes que nadie va a estar conforme", señala Madison.
Shull dice que incluso los financieros con pareja o familia pueden sentirse aislados. Algunos analistas le han confesado que sus parejas se quejan de sus trabajos, lo que hace que se sientan incomprendidos y poco apoyados.
Abbey no cree que el sector vaya a cambiar pronto. "Siempre van a contratar al mismo tipo de gente con el mismo tipo de mentalidad, así que no veo posible un gran cambio, y no creo que los directivos tengan ningún incentivo para cambiar las cosas", afirma.
Pero eso no significa que las personas que trabajan en Wall Street no puedan hacer nada para mitigar su soledad. Solo hace falta un esfuerzo por su parte, según Sam Glazer, director médico de Psiquiatría de la Quinta Avenida de Nueva York. "Se trata de involucrarse más en tu comunidad, inclinarte más en el trabajo, reforzar tus amistades íntimas y tu familia: cosas aburridas, que la gente cada vez hace menos", explica Glazer.
Glazer reconoce que es más fácil decirlo que hacerlo. Cuando una persona se siente sola, su autoestima puede bajar, y es menos probable que se exponga.
"Parece sencillo, pero hay que contrarrestar cualquier deseo de asilamiento. Cuando una persona está incluso ligeramente deprimida y se siente sola, nota que nada de lo que haga marcará la diferencia. Aunque pienses eso, prueba cosas nuevas; intenta esforzarte por relacionarte con otras personas", aconseja el experto.
Para ello, Glazer recomienda empezar por algo sencillo, aunque parezca una tontería.
Por ejemplo, puedes pedir a un compañero que te acompañe a comer o a tomar un café, aunque creas que está ocupado o que dirá que no. O la próxima vez que estés en un ascensor con alguien y sientas la tentación de mirar el móvil en silencio, entabla una conversación. También recomienda aprovechar cualquier oportunidad para hablar cara a cara con la gente de la oficina. No conformarse con enviar un correo electrónico o un mensaje a un compañero que esté en tu misma planta: acércate a él y mantén una conversación.
"Aunque no te hagas amigo de esa persona, probablemente establecerás automáticamente una conexión más profunda. Además, te alegrará el día", afirma Glazer, cuyos clientes son en su mayoría profesionales de servicios financieros.
También argumenta que la soledad moderna se debe en parte a los cambios en la forma de relacionarse de las personas debido al auge de la tecnología y el trabajo a distancia. En su opinión, hace solo 10 años había más compañerismo en la oficina.
"La gente subestima realmente hasta qué punto el trabajo es una comunidad y hasta qué punto todo el mundo tiene que contribuir a la comunidad y cuánto se beneficia esta de ello. Hay tanto lenguaje corporal que captamos; hay tanta calidez en estar con alguien. Hay un nivel diferente de contacto visual; te comunicas de una manera más íntima. Como somos seres racionales, pensamos que eso no es tan importante porque lo vemos en la pantalla", explica.
Sloyer, extrader de Goldman, también dice que colgar el teléfono y conectar con la gente abierta y honestamente puede tener un gran impacto. "Lo que he notado conmigo mismo es que incluso una conversación de cinco minutos con alguien en la que me muestro como soy, puede cambiar esa sensación de soledad", afirma.
Fuente: Business Insider