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María Lorena tiene 23 años y nació en Guachochi, Chihuahua. Pertenece con orgullo a la comunidad rarámuri –que significa “corredores de pies ligeros”– y se dedica a cuidar su ganado .
A las competencias se presenta con el mismo atuendo con el que acostumbra trotar entre las barrancas de Guachochi: un vestido tradicional que ella misma borda y huaraches con suela de llanta. Así, Lorena se dio a conocer internacionalmente cuando en 2016 corrió los 80 kilómetros del Ultra Maratón Caballo Blanco ganando el tercer lugar. Ese mismo año, ganó el primer lugar de los 50 kilómetros de Tlatlauquitepec, Puebla, lo que le valió una invitación para participar en el Tenerife Bluetrail, en España.
En su primer intento, Lorena tuvo que abandonar la competencia en el kilómetro 55 por un fuerte dolor en su rodilla, pero eso no detuvo sus deseos de conquistar la meta. Se recuperó de la lesión, continuó preparándose con disciplina, volvió a ganar el Ultra Maratón de Tlatlauquitepec y en abril de 2018 regresó para correr de nuevo en Tenerife, esta vez conquistando el tercer lugar de su categoría y el quinto mejor tiempo femenil del evento.
Además de medallas y diplomas, Lorena recibe dinero al ganar carreras, el cual sirve para mejorar la difícil situación de su familia y su comunidad. Su intención es atraer atención al enorme potencial que existe dentro de las comunidades rarámuri de nuestro país y que constantemente es olvidado por las autoridades.
La historia de María Lorena nos recuerda que no es necesario tener equipo costoso o apps de moda para conquistar nuestros objetivos. Por supuesto que ayudan, pero no son indispensables. Lo que sí es necesario es tener un objetivo claro, trabajar con disciplina, ser perseverantes y poner mucho, mucho corazón. Con esos ingredientes, ya llevamos ganada la mitad de la carrera.
Me siento muy feliz y muy agradecida cuando veo que me acerco a la meta. Cuando sé que lo logré.”
Robert vive en Nueva York y forma parte de una familia de inmigrantes coreanos. Cuando era pequeño, su familia tuvo muchos problemas de dinero y supo de primera mano lo que se siente tener hambre y no saber si habrá comida al llegar a casa. Por esta razón, aprendió también que desperdiciar alimentos es algo que jamás debe hacerse.
Al salir de la univerisad, Robert comenzó a trabajar en J.P. Morgan, un importante banco donde los empleados compiten por alcanzar los bonos más grandes y el mejor salario. Pero, a pesar de tener un excelente trabajo en el mundo corportivo, seguía interesado en el tema del desperdicio de alimentos.
Cuando supo que un tercio de la comida que se produce en el mundo no se consume y se va a la basura en lugar de servir para alimentar a personas en necesidad, se preocupó mucho. Determinado a modificar esta situación, renunció a su trabajo en el banco y fundó Rescuing Leftover Cuisine, una organización altruista que procura la prevención del desperdicio de alimentos y que tiene por objetivo terminar con el hambre.
El trabajo de la origanización consiste en conectar –por medio de una aplicación desarrollada especialmente– a las comunidades donde hay personas con necesidades alimentarias con restaurantes, hoteles y empresas de alimentos que tienen desperdicio de comida. Así, los alimentos son donados a personas que los necesitan en lugar de ir a la basura. También trabajan para concientizar a todas las familias sobre la cantidad de alimentos que se deshechan en casa, ya que el desperdicio se da igualmente a nivel personal.
Rescuing Leftover Cuisine ya tiene presencia en todo Estados Unidos, pero Robert sueña con que pueda llegar a todo el mundo y trabaja con pasión y esfuerzo para recabar dinero y voluntarios que lo ayuden con su misión. Todos podemos ayudar a Robert, aunque sea indirectamente, si no desperdiciamos comida y si donamos alimentos, tiempo o recursos para ayudar a quienes lo necesitan.
"Salvemos cada pedazo de comida, no importa lo pequeño que sea. Porque ese pequeño pedazo puede alimentar a alguien que lo necesite.”
Carlos Gaytán nació en Huitzico, una población ubicada en la sierra de Guerrero. Su familia no tenía mucho dinero por lo que tuvo que trabajar desde pequeño ayudando a vender la comida que su mamá preparaba. Ahí nació su interés y su amor por la cocina.
Cuando cumplió 20 años, Carlos emigró a Estados Unidos y comenzó a trabajar como lavaloza en un hotel importante de Chicago. Con mucha disciplina, trabajo y constancia, fue ascendiendo en su camino –estuvo a cargo del área de alacena, fue cocinero y después jefe de cocina– hasta que en 2008 abrió Mexique, un restaurante de verdadera y deliciosa cocina mexicana.
La creatividad y excelencia de su trabajo en Mexique lo llevó a ser el primer chef mexicano en ganar una estrella Michelin, una prestigiosa distinción que se otorga solamente a los mejores restaurantes del mundo. Además, Carlos ha viajado llevando con orgullo la cocina mexicana por muchos países.
A pesar de lo difícil de su entorno y de haber enfrentado muchos obstáculos, Carlos nunca olvidó su meta de crecer y ser reconocido como un gran chef:
"No siempre se pueden tener todos los ingredientes para crear un plato; hay que usar la imaginación, ser creativo para poder resolver las carencias.”
Actualmente, Carlos está de vuelta en México con un nuevo restaurante ubicado en Cancún. Su principal interés es cocinar con los mejores ingredientes mexicanos y motivar a otros jóvenes chefs a encontrar su estilo, a ser diferentes y luchar por alcanzar sus sueños.
Pueden seguir al chef Carlos Gaytán en su cuenta de Instagram.
El 12 de julio de 1997 en Mingora, Pakistán, nació Malala. Sus primeros años transcurrieron como los de cualquier niña normal, pero eso comenzó a cambiar cuando el régimen Talibán tomó control de su ciudad.
Malala era alumna de una escuela fundada por su padre cuando el Talibán entró a su ciudad y comenzó a atacar los colegios donde estudiaban niñas. Ella no estaba dispuesta a dejar sus estudios, por lo que decidió no quedarse callada y dio un discurso titulado “¿Cómo se atreve el Talibán a quitarme mi derecho a la educación?”. Esto llamó la atención de la BBC, un importante medio de comunicación británico, y en septiembre de 2008 Malala comenzó a escribir un blog hablando sobre cómo era vivir bajo el régimen Talibán.
El 9 de octubre de 2012, cuando Malala regresaba de la escuela en autobús, un hombre enmascarado miembro del Talibán le disparó con una pistola hiriéndola en el lado izquierdo de la cabeza y el cuello. Malala fue trasladada junto con su familia a Inglaterra donde tuvo que pasar por varias cirugías y finalmente, en marzo de 2013 pudo regresar a la escuela.
A pesar del atentado que sufrió, Malala continua defendiendo el derecho de la educación de los niños. En 2013 creó la Fundación Malala la cual lucha específicamente porque todas las niñas del mundo vayan a la escuela. Ella está convencida de que las cosas pueden ser diferentes si las niñas son educadas con igualdad de derechos.
Por su trabajo, determinación y valentía, Malala ha sido distinguida con reconocimientos importantes como el Premio Internacional de los Niños por la Paz en 2011 y el Premio Nobel de la Paz, el cual le fue otorgado en 2014 “por su lucha contra la supresión de los niños y jóvenes y por el derecho de todos los niños a la educación”, convirtiéndose en la persona más joven en recibirlo.
"Alzo mi voz no para gritar, sino para que todos aquellos que no tienen voces puedan ser escuchados.”