En estos días, me he dado cuenta de cuánto ha cambiado la vida desde que la tecnología llegó a nuestras vidas. Quizás ha alterado nuestra forma de vivir y ha convertido los objetos físicos en plataformas digitales que son accesibles a través de teléfonos, computadoras, tabletas o dispositivos inteligentes .
Avanzamos poco a poco con las cintas de casete, los discos de vinilo y las películas en VHS. Aún recuerdo pasear con mi madre por mi pueblo y pasar por las tiendas de fotografía donde revelaban las fotos en laboratorios. ¡Qué lindos tiempos aquellos! Todo era más personal y, sobre todo, existía el contacto directo con las personas.
En parte, me entristece un poco no tener el mundo de ayer. Ahora es mucho más fácil tomar fotos, ver películas desde nuestros propios teléfonos, tener acceso instantáneo a información en línea y no necesitar ir a una biblioteca cercana para buscar datos en una enciclopedia. Quiero que sepan que no me estoy quejando de lo que la tecnología nos ha facilitado, solo siento nostalgia porque muchos de los recuerdos que tengo ya no existen.
Dentro de mí vive el recuerdo de ir a un Blockbuster. Eso sí que fue una experiencia inolvidable. Recuerdo entrar y sentir ese olor peculiar a “Pop Corn” como lo llaman los estadounidenses, pasear por los estantes y buscar la sección de videojuegos mientras mi padre buscaba las películas en VHS que habían salido recientemente para alquilar. Son esos recuerdos los que me hacen extrañar aquellos años. Recuerdo ver los cambios que se produjeron cuando llegó el DVD y cómo los VHS fueron reemplazados; de la misma manera, el Blu-ray también reemplazó al DVD. Lo mismo ocurrió con los videojuegos, hasta que dejamos de ir y luego fueron cerrando cada tienda hasta que solo quedó una, y finalmente desaparecieron por completo en mi país.
Estos son los recuerdos que me hacen sentir más viejo, pero el punto de recordar todo esto es que siento que de la misma manera en que las cosas han cambiado de lo análogo a lo digital, también ha cambiado la forma en que nos comunicamos y nos acercamos a las personas. A pesar de poder acceder más rápidamente a los demás, soy un firme creyente de que la comunicación digital no reemplaza completamente la comunicación cara a cara. En mi opinión, en la comunicación digital solemos perder el contacto humano, los matices emocionales y no verbales de las personas.
Quizás me preocupa los cambios tan radicales que está ocasionando la tecnología, ya que apenas recuerdo la época analógica y las cosas que hacíamos por nuestra cuenta. No quiero imaginarme lo que puede traer la inteligencia artificial. Es una idea que me preocupa, porque ahora me doy cuenta del cambio que ha ocasionado la era digital en las comunicaciones.
De hecho, al mencionar la inteligencia artificial también puedo pensar en posibles repercusiones negativas. Me preocupa que los seres humanos dejen de pensar por sí mismos y pierdan la autonomía, dependiendo intelectualmente de una máquina. Siento que a medida que nos acercamos más a la tecnología, vamos perdiendo cosas sin darnos cuenta. Ahora mismo estamos confiando cada vez más en inteligencias artificiales para hacer lo que nosotros podemos hacer. Estamos corriendo el riesgo de perder nuestra capacidad de razonar y analizar. Pienso que si nos acostumbramos a que la tecnología nos resuelva todo, podemos dejar de desarrollar nuestras habilidades para pensar y crear.
También puedo mencionar cómo la tecnología ha transformado nuestro entorno laboral. Antes, era normal ir a la oficina y completar nuestras tareas de forma manual. Utilizábamos nuestra propia letra en papel con bolígrafos para escribir cartas, memorandos, citas, etc. Sin embargo, ahora son pocas las veces que utilizamos estos accesorios de oficina. Bueno, esto no ocurre en todos los lugares, pero es notable cómo gracias a la tecnología, podemos realizar la mayoría de nuestras tareas de forma digital, utilizando computadoras, teléfonos inteligentes y aplicaciones especializadas.
Hay que recalcar que esto ha traído consigo una mayor eficiencia y productividad en muchos sentidos, ya que ahora podemos realizar múltiples tareas a través de diversas herramientas digitales. Podemos redactar y enviar correos electrónicos en cuestión de segundos, programar citas y reuniones con solo unos clics, e incluso colaborar en proyectos con personas de todo el mundo a través de plataformas de trabajo en línea.
Sin embargo, esta conveniencia también ha presentado desafíos. La posibilidad de estar “conectados todo el día” a través de dispositivos móviles y redes sociales ha trastocado los límites entre la vida personal y profesional. Muchas veces nos encontramos revisando correos electrónicos durante nuestro tiempo libre. Solemos responder mensajes del trabajo fuera de nuestro horario laboral y sentimos la presión de estar constantemente disponibles. A veces, lo hacemos por el miedo a que nuestro jefe nos regañe o nos despidan. Todo esto porque no estamos haciendo lo que nos piden en el momento en que lo necesitan.
Sé que no todos estarán de acuerdo con lo que digo, pero eso es lo que estoy viendo. Por tanto, es importante recordar que debemos encontrar un equilibrio saludable entre la tecnología, el trabajo y el tiempo dedicado a nuestras relaciones, especialmente con nuestras familias y nuestro entorno. Debemos ser más conscientes de realizar actividades personales que nos distraigan y tomar momentos de desconexión para no sentirnos agobiados.
Reconozco y aprecio las ventajas que nos ofrece la tecnología en todos los aspectos mencionados anteriormente, ya que nos ha servido como una herramienta fundamental para mejorar como profesionales. Sin embargo, también debemos ser conscientes de sus impactos y tomar medidas para mantener la conexión humana y el bienestar en nuestras vidas. No dejemos que la tecnología nos aleje de las experiencias que nos hacen ser seres habilidosos, creativos, reflexivos y sobretodo sociales. No nos convirtamos en objetos análogos que dejan de servir por haber llegado una nueva tendencia. Mantengamos nuestra esencia humana y seamos más prudentes en cómo utilizamos la tecnología. Recordemos que nuestra contribución al mundo es única y somos nosotros quienes debemos crear un impacto en las generaciones futuras.