La mayor muestra de asteroide jamás recogida, y la primera por la NASA, aterrizó este domingo (24.09.2023) en el desierto estadounidense de Utah al cabo de un vertiginoso descenso a través de la atmósfera terrestre, siete años después del despegue de la sonda Osiris-Rex. La caída, observada por sensores militares, fue frenada por dos paracaídas.
La muestra, tomada en 2020 del asteroide Bennu, contiene alrededor de 250 gramos de material, según estimaciones de la agencia espacial estadounidense, mucho más que las dos muestras de asteroides anteriores recogidas por misiones japonesas .
Se trata de la "muestra más grande que hemos recuperado desde las rocas lunares" del programa Apolo, finalizado en 1972, dijo a la agencia AFP la científica de la NASA Amy Simon antes del aterrizaje, que finalmente tuvo lugar a las 08.52 hora local (14.52 GMT).
Una vez que la cápsula llegó a tierra, un equipo equipado con guantes y máscaras comprobó su estado, antes de colocarla en una red y elevarla hacia un helicóptero. La cápsula debe exponerse a la arena del desierto el menor tiempo posible para evitar cualquier contaminación de la muestra que pueda distorsionar los análisis posteriores. El lunes la muestra será trasladada en avión al Centro Espacial Johnson en Houston, Texas. Allí se abrirá la caja, en otra habitación hermética. El proceso tardará días.
Viajando en el tiempoSegún dijo a la agencia española EFE el argentino Lucas Paganini, científico planetario de la NASA, Bennu contiene moléculas que se remontan a la formación del sistema solar hace 4.500 millones de años y que podría arrojar luz sobre preguntas que han intrigado a la humanidad durante siglos, como el origen de la vida y del propio sistema solar.
"Los asteroides son muy importantes porque son los desechos de cuando se formaron los planetas 4.500 millones de años atrás. Son como cápsulas del tiempo, equivalentes a fósiles de dinosaurios que nos permiten saber qué estaba ocurriendo hace millones de años. En este caso, con nuestra misión, estamos viajando miles de millones de años atrás en el tiempo", explicó Paganini.
Los científicos creen que esas moléculas podrían haber llegado a nuestro planeta a bordo de meteoritos y, por tanto, analizar la composición de Bennu les servirá para comprobar esa hipótesis y esclarecer qué papel podrían haber jugado los cuerpos celestes en el origen de la vida.