El amor, que bonita palabra y a la misma vez compleja en el que te ves revuelto y en el que únicamente te guía tu corazón a un único sentido, sin ver la trascendencia que conlleva ese amor.
Entras en una pequeña burbuja donde todo lo ves color de rosas, pero no te preparan para la peor parte, a la parte donde las rosas se marchitan, pero como decirle a una adolescente que no todo como se lo pintan y que ese amor del que tanto habla solamente son palabrerías.
El amor es como las estaciones, donde lo que empieza a florecer se vuelve a desencadenar en otoño, te das cuenta que todos los sueños que querías cumplir con esa persona se fueron en un pestañeo y tu no podías hacer nada para evitarlo.
Sin embargo, no duele el hecho de que se vaya de tu vida sino esa espinilla dentro de tí que se queda encendida a la espera de sus mensajes, a sus preguntas tontas y a sus rayadas.
Y con el paso del tiempo, te das cuenta que el amor rompe y a la misma vez reconstruye a la persona.
Sin embargo, no creo en el príncipe azul, no creo en que alguien me salvara de este mundo y la palabra amor la veo tan amarga, sin sentido…