Una nueva imagen del Telescopio Espacial James Webb de la NASA proporciona a los astrónomos una oportunidad única para estudiar en profundidad la explosión de una estrella y los restos que deja atrás. Muestra el remanente de supernova Cassiopeia A, que fue creado por una explosión estelar hace 340 años .Según los científicos, representa la mejor oportunidad hasta el momento para observar el campo de escombros de una estrella que explotó y realizar una especie de "autopsia" estelar, buscando comprender qué tipo de estrella era y cómo explotó.
Cassiopeia A es un remanente prototípico de supernova, que ha sido ampliamente estudiado por diversos observatorios terrestres y espaciales: el Telescopio Espacial James Webb (JWST) de la NASA aporta ahora una nueva mirada, permitiendo a los investigadores apreciar detalles a los que era imposible acceder con las imágenes infrarrojas anteriores. Los escombros de estrellas muertas brindan una valiosa información sobre el origen del polvo cósmico y de los elementos que hacen posible la vida, entre otros aspectos.
Una supernova es un evento astronómico que tiene lugar durante las últimas etapas evolutivas de una estrella masiva: en ese momento, el objeto colapsa al no soportar la presión existente en su núcleo, produciendo una gigantesca explosión que puede observarse desde sitios muy lejanos del cosmos. Luego de la explosión, se transforma en una estrella de neutrones o un agujero negro, o directamente se destruye por completo.
Sin embargo, los astrónomos no solo estudian la transformación del objeto, sino además el remanente de la supernova o los restos que deja. “Cassiopeia A representa nuestra mejor oportunidad para observar el campo de escombros de una estrella que explotó y realizar una especie de autopsia estelar, para comprender cómo era esa estrella y por qué explotó", indicó en una nota de prensa Danny Milisavljevic, científico de la Universidad de Purdue en Estados Unidos e investigador principal del programa Webb.
Cassiopeia A, también llamado Cas A, es un remanente de supernova que se formó hace aproximadamente 340 años. Se ubica a unos 11.000 años luz de distancia de la Tierra, en la constelación de Casiopea. Los restos de la explosión se expanden por una extensión de alrededor de 10 años luz. La nueva imagen obtenida utiliza datos del instrumento de infrarrojo medio (MIRI) del telescopio Webb, para aportar información desconocida hasta hoy sobre Cas A. Previamente, había sido estudiado mediante los telescopios Spitzer y Hubble y a través del Observatorio de rayos X Chandra.
Los sorprendentes colores de la nueva imagen de Cassiopeia A representan diferentes fenómenos y elementos: por ejemplo, las secciones anaranjadas y rojas, que pueden observarse particularmente en la parte superior e izquierda, son el resultado de la emisión de polvo cósmico a elevadas temperaturas. Estas áreas muestran dónde el material expulsado de la estrella que explotó choca contra el gas interestelar y el polvo presentes en esa zona. En el nuevo registro, la luz infrarroja se “traduce” en longitudes de onda de luz visible.
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En tanto, las observaciones previas han encontrado que prácticamente todas las galaxias en el Universo primitivo poseen cantidades masivas de polvo cósmico. Hasta el momento, los científicos no han logrado explicar de manera concluyente por qué existe esa cantidad de polvo en las primeras galaxias: las supernovas, que arrojan grandes cantidades de elementos pesados a través del espacio, son cruciales para resolver este misterio.
En consecuencia, al estudiar Cas A con Webb, los astrónomos esperan obtener nuevos conocimientos sobre su contenido de polvo cósmico, ampliando nuestra comprensión sobre dónde se crean los componentes básicos de las estrellas, los planetas y los seres vivos. Vale recordar que las supernovas como la que formó a Cassiopeia A son cruciales para la vida: esparcen elementos como el calcio y el hierro, presentes en nuestros cuerpos, a través del espacio interestelar y “siembran” de esta forma nuevas generaciones de estrellas y planetas.