El corazón de Merna
4 Ene, 2023
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Se cuenta que, tras la Teomaquia, Maltilia creó a las bestias y los mortales, pero lloró desconsolada cuando vio que, una vez fallecían, las almas caían en Las Raíces de Nórdvassil, en los mundos de Losim, Martugardia e Iskorjam, hogar de los gigantes y los dioses del Caos.


    En estos mundos, mortales y bestias caían en las fauces de gigantes y los siervos del caos. Sólo podían salvarse si en vida anterior habían servido a los dioses del Caos, pero no era el caso de la mayoría de los que cayeron en esos tiempos.


Merna, que veía a los mortales como sus sobrinos, acompañó en su dolor a su hermana Maltilia, y tomó una decisión. 


    Bajó a Las Raíces, y viajó hasta la Fuente de las Aguas Primordiales, el origen de toda la existencia .

Y ahí hizo un sacrificio. 


    Arrodillada a orillas de las Aguas, se arrancó el corazón, y lo arrojó a las aguas, pidiendo a cambio la creación de un nuevo hogar para los fallecidos, comprometiéndose a ser su guardiana. 


    Las Aguas Primordiales dieron a Nórdvassil un nuevo mundo, en el nacimiento de Las Raíces.


El mundo fue conocido como Mernagardia, y Merna se instaló ahí, donde fundó los Reinos Muertos, dividiendo a los mortales en base a sus virtudes y debilidades. Y allí, junto a su sobrino-esposo Torás, acoge a los recién fallecidos en sus frías pero amorosas manos.



    Desde entonces, si Maltilia es la emperatriz de la vida, Merna es la Emperatriz de los Muertos, a los que siempre acoge con clemencia bajo sus fríos pero amorosos brazos.



    Por eso es llamada La Última Madre, la madre adoptiva de todos aquellos que han alcanzado la otra vida.


    Y siempre se la representa con su corazón en la mano, en honor de su sacrificio.

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