-No he dicho nada de eso. Relájate .
-Ok. Gracias por el cumplido. Ahora me voy. Mañana por la mañana como a las diez vengo. Espero estés listo. Ni una palabra de esto a nadie.
Ese fue el día más largo de mi vida. La espera se me hizo eterna hasta el día siguiente. Me puse lunático casi. Mi mujer noto mi actitud distraída y distante. Me preguntó en varias ocasiones si me pasaba algo. Yo le mentía intentando darle excusas etc., pero ella con su malestar de cistitis tampoco estuvo de humor para prestarme mucha atención. Me costaba creer que mi propia cuñada me propusiera sexo solidario con ella. Me pellizcaba para ver si acaso no era un sueño. Sara, la hermana mayor de mi mujer, casada, madre de dos hijas, vecina, enfermera novata vendría al día siguiente a darme sexo. Era difícil de digerir. Eso me hacía pasar por todos los estados emocionales. Era tremendamente morboso todo eso para mí. Para ella era tal vez una cuestión técnica y medica de solidaridad para conmigo, pero para mí era un acontecimiento de morbo y fantasía sexual increíble. Tener sexo con una mujer fuera de mi matrimonio ya de por si constituía toda una aventura cargada de emociones y si a eso le sumaba el hecho de que esa mujer era nada más y nada menos que mi propia cuñada, sumaba aún más morbo al punto de descrestar mi imaginación.
Sara es una mujer físicamente bien hecha la verdad sea dicha. A pesar de los kilos demás que trae consigo la treintena y la vida de casada con hijos, es una mujer que inspira sexo a cualquier hombre ciertamente, incluyéndome a mí. Nunca se me hubiera ocurrido proponerla algo así claro está, pero más de un mal pensamiento se me ha pasado por la cabeza con Sara desde que la conocí. A diferencia de mi mujer, quien debo decir que es bonita y de cuerpo más bien proporcionado pero sencillo, Sara es voluptuosa, de senos amplios y nalgas grandes. Su estatura alta, su cuerpo amplio de curvas pronunciadas y su piel blanca de abundante cabellera negra la hacen lucir elegante siempre. Al momento de lo ocurrido en esta narración, Sara tenía y cuatro años recién cumplidos. Dos años menor que yo y cinco más que su única hermana.
No pude pegar el ojo en toda la noche pensando en cómo sería ese primer encuentro sexual con mi cuñada para estrenar mi pene ahora ya casi recto. La pondría en poses que antes me costaba trabajo. Imaginaba la fisonomía de sus zonas íntimas. Intentaba recrear como debían ser sus senos, sus pezones, su vagina, su vulva, su sus nalgas etc. Me preguntaba qué tan parecidas debían ser con respecto a los de su hermanita. La imaginaba desnuda de diversas maneras. La ansiedad no me dejo dormir. Amaneció. Hice la rutina con Paola mi mujer quien me notó aún muy distraído. Le apliqué su medicina en la vagina y se marchó nuevamente desanimada aunque se sentía ya un poco mejor. Solo después pude medio caer vencido de sueño y dormir un par de horas hasta un poco pasadas las nueve de la mañana.
Desperté al oír un vendedor callejero gritar su mercancía. Tome mi baño matutino. Tuve varias erecciones y me emocionaba ver que mi pene estaba realmente derecho con una ligera curva pero bastante menor.