Tendríamos que
aceptar las cosas tal como son.
Sin poner contra la espada y la pared
u obligar a que las cosas sean como queramos.
Entender que hay puntos de vistas diferentes siempre,
tonos y caracteres y que
tu criterio puede estar equivocado,
o que no tiene menos ni tampoco más razón,
porque es tuya, es tu versión,
son tus zapatos, es tu piel
y el otro, tiene la suya también.
No debemos querer en nuestra vida a nadie que
quiera hacernos sentir mal por
elegir qué no queremos o por
no sentir lo que quieran que sintamos.
No somos antojo para cubrir necesidades,
traumas o vacíos de nadie.
No importa qué piensen o qué crean
porque nuestro propio criterio debe estar arriba de la pirámide.
Y ante el egoísta, porque es de egoísta no entender esto,
la ignorancia es la mejor respuesta.
Y lo que te sienta mejor hacer a ti, solo tú lo sabes.
No expliques, solo decide y apuesta;
elije lo que tú quieras.