Soy aquella misma niña asustada
en un cuerpo adulto
con la tristeza remangada
y también las culpas de las que me culpo.
Y es que, soñar un futuro que nunca llega
por más que avances,
te sientes tras las mismas rejas.
A la ira vieja se suman
las frustraciones nuevas
y así no sé fingir ser actriz de cine
para que no se vea mi interior
cuando se me mire.