Me acostumbré a sentir que si era contigo
nada podía doler.
Excepto tú. Tú sí que dolías.
Que tú en vez de ayuda,
pegas el beso de Juda.
Exiges comunicación
sin saber comunicarte desde la razón.
El caso es que
ni tú ni yo estábamos en el momento exacto
para comenzar ninguna aventura de amor.
Y así nos fue .
Pero venga,
vamos a tirar por la ventana
todo lo que hemos arruinado.
Después de tanto pasado
hincándose sobre mi espalda
obligándome a ver quién fuiste,
ya no tengo más ganas de mentirme
creyendo que volverás siendo aquella persona.
Que no me gusta quien eres
cuando estás a solas.
Que no me gusta quien eres
cuando exiges pero no ayudas ni entiendes.
Que no, que no ayudas.
Que lo tuyo no era dar soluciones,
era destrozarlo todo
a golpe de reproche
para luego encontrar razones
a eso de dejarme de lado.