Domingos
9 Nov, 2022
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Que voy a decirte si eres todo lo que necesito al despertarme. Ver tu cara hinchada, mal desmaquillada y despeinada con un moño mal hecho deprisa y corriendo, alocado .

Todo ello, sinónimo de la pureza que me vuelve loco desde el primer día que te conocí. Si, cuando ya supe que eras la chica. 


Necesito perderme en la cama en una mañana resacosa de domingo. Alargar mi brazo, rozar tu pelo y sentir que navego a la deriva por cada centímetro de él. Quiero escuchar la mezcla de tus quejas y tu risa al sentir cosquillas por tu cuello, ser partícipe de ese escalofrío. Quiero curar tus labios, besándolos durante horas.


Quiero hacerte rabiar, que te pongas latosa y lances tu contrataque poniéndome de los nervios porque te vuelves hiperactiva. La guerra picosa terminaría dándote un beso en la frente, quitándote la camiseta sumando múltiples caricias en tu espalda. La luz del día se reflejaría en tu espalda y tan sólo me quedaría ser esclavo de desearte a mi lado sin fecha de caducidad.


En cuestión de metro y medio de longitud forjaríamos una fortaleza inquebrantable de sábanas, almohadas, ropa por los suelos y pijamas deseando ser arrojados. Sin duda, no habría lugar en el mundo donde sentir más paz y más felicidad mezclados con una tensión sexual que jamás dejaríamos resuelta del todo, al ser puro fuego juntos.


Siempre necesitaré ese antepenúltimo domingo sin planear porque mi mejor plan eres tú. Domingos en la que la mejor decisión de todas sea seguir enamorándonos un poquito más. Domingos de mudarnos de la cama al sofá, de palomitas, helados y comer guarrerías junto a la chimenea y la televisión. De follar, deseándonos todavía más. De volar estando agarrados el uno al otro.


Y no, no me importaría sentir el típico miedo que se siente cuando algo puede terminar. Siempre y cuando me prometieses que, aunque durásemos horas, todo sería eterno. Que, aunque durásemos días, nos íbamos a convertir en infinitos. Que lo que íbamos a sentir es puro, sencillo, de verdad, real. Que nos íbamos a dejar llevar siendo inconscientes de nuestro final.


Porque si algún día tengo que dejar de batallar por ti, que al menos te hayas convertido en mi derrota más bonita.

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