Qué sería de la vida
sin esas personas que te aplanan el camino
con simples gestos pero tan valiosos.
Los días raros van limpiánsose de nubes negras
y tu tristeza desacelera hasta que frena
y entonces sonríes de nuevo
como pañuelo que apacigua la lágrima.
Al final la vida te pone el veneno
pero también el antídoto.
No solo puedes a veces odiarla,
sino también darle las gracias.