Siembras tu odio por todo
esperando recoger algo bueno a cambio.
Pero tú siempre miras el lado malo
aunque no lo haya.
Resabiado con tu propia vida,
atinas a descolocar la sonrisa ajena
para darle la vuelta.
No puedes afilar tus cuchillos
sobre mi corazón y después
decir te quiero como si nada.
Porque me matas, de una manera
controlada, sabiendo dónde pisan mis pasos
para dejar tu trampilla y torturar mi carne
para desangrarme y así divertirte,
o consolarte o lo que sea que hagas con mi sangre.
No puedes. No puedes mirarme
y pretender que mi mirada se clave en ti
con el sentimiento que tú nunca me has mostrado.
Has logrado que pueda estar a tu lado,
pero con mi capacidad de fingir que nunca pasó nada
cuando sí ha pasado.
Y me están ahogando todas esas cosas
que me tengo que estar callando
porque esta herida es una bomba
y detonaría con ella como un terrorista kamikaze
recién salido de la cárcel.