El acoso dentro de los centros educativos no es una conducta que se haya aparecido recientemente, pero si ha sido expuesta y evaluada de forma intensiva en las últimas décadas.
Hoy en día observamos más comúnmente las consecuencias que esta conducta agresiva trae dentro de la comunidad educativa, ya que deteriora la convivencia y perjudica el bienestar y el desarrollo de los niños y jóvenes. Además, violenta los derechos de los niños, niñas y adolescentes .Así mismo, incrementa el riesgo de estrés laboral.
Pero no solo trae consecuencias a nivel del centro educativo, sino que afecta profundamente a la víctima en este proceso. El estudiante que es víctima de acoso puede sufrir psicológicamente de inestabilidad nerviosa. Puede padecer miedo, soledad, inseguridad y desconfianza. Todo ello se traduce en problemas de salud física, como fatiga crónica, alteraciones del sueño y trastornos de alimentación.
La víctima, al sufrir todo esto, empieza a presentar alteraciones en la vida escolar y familiar, que se reflejan en falta de interés, desmotivación, bajo rendimiento académico e incluso puede llegar a la deserción escolar, aislamiento social, apatía e introversión, y en casos extremos puede intentar hacerle daño a su agresor o hacerse daño a sí mismo.
El error más común en estos casos es culpabilizar a la víctima con frases como “¿qué habrá hecho para que lo traten así?”, lo que hace que la persona se sienta sola y abandonada, sin nadie a quien recurrir, y comienza el proceso de aislamiento.
En el caso del estudiante que ejerce la violencia, podemos observar una distorsión de lo que es el bien y el mal. Existe una sobrevaloración de los antivalores, la cual puede llegar a una insensibilidad generalizada, a una falta de empatía e insolidaridad. Por todo esto, no es capaz de comprender a sus compañeros y sentir remordimiento.
Generalmente el estudiante violento no afronta sus responsabilidades. Las personas en su entorno lo excusan por su conducta, ya sea por su historia familiar o escolar. A consecuencia de ello, va generando continuamente problemas de disciplina y de respeto a la autoridad.
Habitualmente es causado por la ausencia de un padre o que alguno de los padres tenga una conducta violenta, falta de organización en el hogar o tensiones entre los miembros del núcleo familiar.
Y por último los estudiantes observadores al estar involucrados directa o indirectamente se acostumbran al bullying como algo cotidiano. Acaban normalizando la conducta y terminan aceptando que la violencia es una conducta normal dentro de la sociedad y dentro de sus vidas, como forma normal de relacionarse.