Ahora lo sé. Siempre fuí yo.. .

una y otra vez. No entendía que en ocasiones, hay ciertos amores que no deben quedarse. Exactamente esos mismos amores que al marcharse, nos dejan un profundo y agonizante dolor en el alma. Nos quiebra, y desafortunadamente... también nos hunde. Y justo cuando nos sentimos derrumbar, cuando ese dolor nos golpea con tal brutalidad, justo en ese cruel y eterno instante; cuando sentimos que nos quema, entonces no lo queremos aceptar. No queremos aceptar que duele demasiado como para soportarlo, y por naturaleza buscamos como alivianarnos intentando detener lo inevitable, aquello que nos deja vacíos. Nos negamos a admitir que soltar es mejor que retener algo que debe volar. Que es necesario que se vaya. Y que se quiere ir.

Hoy entiendo que dejarte ir después de intentar encarcelarte, cuando tú solo querías volar lejos fue lo mejor que pude haber hecho. Entiendo que es necesario dejar ir lo que nos lastima, lo que es demasiado intenso como para controlar. Un amor como el nuestro no podía llegar tan lejos. Lo entiendo, por eso lo hice.

Te dejo ir y espero que encuentres tu paz, aquella que nunca pudimos lograr. Yo estoy en paz, un poco rota, pero en paz...