Eres como una abeja reina.
Acostumbrada a tener a tu alrededor
a todas las demás abejitas,
preparas tu aguijón
a quien no te contemple reina.
Te obsesionas soberbia
y caprichosa,
muy capaz de hacer daño
con tal de no pasar
desapercibida.
Quieres ser irresistible
para tu presa que no te persigue;
te vuelves ida y peligrosa.
Pero solo consigues
que se aleje más,
que huya del veneno inmerecido
que no controlas.
Curiosamente te enamora
quien no te ve como el resto;
tu zona de confort no te parece suculenta,
pero te conviertes en
la abeja irritante y molesta
porque no aceptas que no para todos
eres la reina.