Tú, que has visto sugerente a mi distancia de seguridad,
a la frialdad de mi interés por nadie,
tú que has querido alcanzarme para sentirte especial,
tú que te fuiste al ver que realmente era lo contrario
una vez se cruza esta coraza que me salva.
Es como el cuchillo en el esternón
que busca arrancarte el oxígeno,
te paraliza, te posee objeto
de su juego macabro.
Hay una atracción masoquista
hacia el misterio de lo distinto,
que una vez desvelado y reconocido,
todo se apaga, casi siempre es lo mismo.
Después, la distancia más larga,
la coraza más basta.