Santa Marihuana
26 Jun, 2022
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Regulación, uso medicinal, solidario y recreativo de la maravillosa planta de cannabis.


Entre el año pasado y éste, dos leyes fundamentales (En Argentina) ampliaron la posibilidad de cultivar y usar la planta de marihuana para aliviar enfermedades crónicas o terminales, para evitar el insomnio, la acidez estomacal, el glaucoma, la epilepsia, la ansiedad y la lista sigue y sigue. Sin embargo, todavía persiste la sospecha cuando el cultivo es privado o cuando se acusa un "uso recreativo" como si eso implicara un riesgo per se .
Todavía, incluso, hay personas presas por plantar. Las organizaciones que lucharon por la despenalización del autocultivo y el uso de la marihuana, en cambio, abogan por una educación para el uso responsable sin demonizar una planta maravillosa por donde se la mire.


¿Por qué demonizar una planta que brinda un sin fin de beneficios, cura, alivia una lista interminable de dolores, afecciones psíquicas y mejora la calidad de vida? Una planta que no posee dosis tóxicas, que podes cultivar en tu propia casa y convertirla en medicina ¿Será ese el problema? ¿Será que los intereses de los grandes laboratorios se sienten amenazados y temen perder un gran mercado? En nuestro país hay grupos de personas que a partir de la organización comunitaria y autogestiva están dando el ejemplo, haciendo lo que debería hacer el Estado. Están a la vanguardia y brindan respuestas ante la falta de políticas públicas sanitarias. El debate que falta dar ahora es ¿Terapéutico y medicinal: sí? ¿Recreativo: no? ¿Por qué separar sus usos? Ninguna práctica que las personas realizan porque contribuye a su bienestar debería ser ilegal, pensando a la salud en un sentido integral. Entonces ¿Por qué siguen demonizando a una planta? ¿Será que lxs prohibicionistas del cannabis se están quedando sin argumentos?


En San Vicente, ciudad del segundo cordón bonaerense, hace varios años germinó una gran comunidad de cultivadores solidarixs de cannabis, en su mayoría mujeres. Muchas comenzaron a cultivar para calmar los dolores de sus hijxs que padecen enfermedades crónicas. Es una organización social y comunitaria, una red que funciona a nivel local y que ha logrado conectarse con profesionales de la salud pública que se desempeñan en el Hospital de San Vicente. Allí, se forjó una relación entre usuarixs y consumidores para acompañar los procesos de salud y enfermedad donde se intercambian saberes y conocimientos que nacen de la propia experiencia sobre el uso de cannabis. Todo en un contexto de prohibición y miedo cuando estábamos muy lejos del REPROCANN (Registro Nacional de personas autorizadas al cultivo controlado con fines medicinales y/o terapéuticos) y los últimos avances legislativos.



La red comenzó a formalizarse y en mayo del 2019 presentaron un proyecto de ordenanza en el Concejo Deliberante de San Vicente con tres ejes, uno de ellos proponía la creación de un programa de salud en el hospital para acompañar a quienes ya venían utilizando el cannabis para uso terapéutico. En junio se aprobó por unanimidad y desde octubre de ese año la red, en cooperación con un equipo interdisciplinario (médicxs, psicólogxs, trabajadores sociales) del Hospital, sostienen el primer programa público de abordaje integral de uso de cannabis medicinal del país.


¿Recreativo versus medicinal?


La medica paliativista Montiel sostiene que el uso recreativo del cannabis también es medicinal porque desde el punto de vista de la salud integral algo recreativo es algo que hace bien, en este sentido explica: “Uno puede hablar de uso adulto de la planta de cannabis, en todo caso. Hay mucha gente que ha venido por un dolor y tal vez no le mejora exclusivamente ese dolor, pero sí otros síntomas que van asociados al dolor crónico, como el trastorno de sueño, del ánimo y eso es tan válido como aliviar un dolor.” 


Por su parte, Elichiry detalla que el índice para medir la mejoría de sus pacientes suele ser la calidad de vida porque, en general, cuando baja el dolor mejoran un montón de otras cosas: “La sociabilidad, la capacidad para trabajar, para salir de la casa, para cuidarse”, enumera. Lxs pacientes usan aceite de base para una afección crónica y también utilizan el material vegetal de la planta, que son las flores de marihuana para nebulizaciones. “Tenemos un paciente, que tenía una artritis reumatoidea de reciente diagnóstico bastante grave y que trabajaba con sus manos. Hoy está utilizando su propio cultivo, está súper bien y volvió a trabajar”, cuenta Montiel.


Entonces ¿Cómo concientizamos a la sociedad para que entienda que lo recreativo también es medicinal? Valeria responde: “Esa es nuestra gran lucha ahora. Primero era fundamental hacer ver que la planta tiene propiedades terapéuticas. Como el prohibicionismo ya no puede discutir que tiene eso, van por el THC que, según ellos, es la sustancia psicoactiva, cosa que no es así. La planta cannabis tiene más de 140 principios activos muchos de ellos con efectos psicoactivos, el efecto psicoactivo también lo han demonizado, sin embargo, el café es psicoactivo, el mate también pero le tenemos miedo solo a una planta, es rarísimo. Hay que empezar a desmenuzar esos conceptos abstractos, la psicoactividad se usa para tratamientos de un montón de síntomas, cuando los médicos nos recetan cosas para dormir o para la ansiedad, nos recetan psicoactivos. Habría que empezar a hablar sobre qué es la psicoactividad, cómo está clasificada, cuándo es conveniente usarla, conocer a la planta y saber cómo hacer un uso responsable, en vez de señalar con el dedo. Esta es la lucha que estamos dando ahora desde las organizaciones como siempre y que tendría que ser una política pública.”


Después de seis años de territorio, Valeria acumula miles de anécdotas de personas que le cuentan que desde que comenzaron a usar cannabis además de disminuir sus dolores duermen mejor y algunxs hasta les sirvió para tratar la acidez estomacal. “Esta repetición de anécdotas es lo que me hace estar cada vez más convencida de que necesitamos una ley Micaela de cannabis, porque todo el mundo debería conocerla. Como madre de un adolescente, creo que hay que hablarles a los hijos sobre la sustancia que usan, qué les hace, cómo funciona, cómo llega a su organismo y cuáles son los peligros. No le puedo pegar porque vaya a tomar alcohol, no va a dejar de usar una sustancia porque yo se lo diga, entonces, lo más inteligente es acompañar, formar, educar y llevar información. Eso hacemos desde el 2016 y vamos a seguir porque cada tanto aparecen estas personas conservadoras que vuelven al discurso prohibicionista que, como está tan instalado y enquistado en las sociedades en todo el mundo, es difícil salir de ahí. Ninguna persona está exenta de necesitar cannabis algún día y me parece inmoral que no me permitan usar cannabis para mi salud y mi bienestar. La gente lo relaciona con la enfermedad y también hay que salir de ese discurso. Salud es una buena calidad de vida y es bienestar.” 



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