Los vínculos emocionales suelen ser decepcionantes,
pero son casi tan necesarios como respirar.
El problema es que hay un cansancio
que habita en la desigualdad
de lo que te aportan con lo que tú das.
Y al final casi sin darte cuenta empiezas a
ponerte muros para impedir sentir;
no sentir para evitar que te hagan daño.
Te haces fugitivo y distante y frío
y no sabes qué es peor.
Pero desde luego,
la falta de reciprocidad,
ignorar lo que sientes,
reprimirte y no vivir el momento
no es mejor.