la ira araña por debajo de la piel, la ansiedad me da de comer de su inquietud en el cuarto, corre tras de mí conduciéndome a la caída. No hay Dios que libre del mal y solo hay una vida. Dime cómo vivirla si el fuego de mi ira me va a quemar agresiva.
Puede que haya perdido la fe. Puede que perdiendo no haya sido quien más pierde. Pero sé que de lo que yo dé de vuelta nada vuelve.
En la tormenta solo veo niebla. Es esa electricidad que habita en mí. Un peso que aprieta sobre el pecho y los miedos se asientan al acecho.
He tocado fondo y he salido a la superficie contra los monstruos; si me atacan, correspondo.
Pero a veces mi cuerpo no se puede levantar como siempre. Como la presencia del cuervo siento el infortunio bajo mi vientre.
Yo no rezo, yo no espero del milagro. De pie me quedo creyendo que podría hacer algo, aunque nunca sé bien que hacer y deseo salir corriendo, desaparecer.
Es esta ansiedad que me quiere hacer creer que puede ganarme esta guerra. Sé que lograré ponerle la cuerda a esta perra. Yo soy la llama del fuego de mi ira. Yo soy el poder si quiero. Yo tengo la alternativa.